

¿Alguna vez sentiste cansancio, antojos repentinos o hinchazón sin explicación? Podrían ser señales de exceso de azúcar, un problema más común de lo que parece y que muchas veces pasa desapercibido.
El consumo elevado de azúcar no solo afecta tu energía diaria: también puede alterar tu piel, tu digestión y tu sistema inmunológico. Según la Asociación Americana del Corazón, las mujeres no deberían superar los 25 gramos diarios y los hombres los 36 gramos, mientras que la Organización Mundial de la Salud sugiere un máximo de 50 gramos. Para que te des una idea, una sola lata de refresco tiene 39 gramos, y productos que parecen “saludables” como barras de granola o yogures con fruta pueden sumar entre 8 y 14 gramos.
Identificar cuánto azúcar consumís realmente es clave. Ingredientes como sacarosa, glucosa, jarabe de maíz de alta fructosa, miel o cualquier término que termine en “-osa” suelen indicar azúcares añadidos. Estos azúcares pueden estar presentes en productos etiquetados como “light” o “saludables”, haciendo que sin darte cuenta superes los límites diarios recomendados.
Según la dermatóloga Lela Ahlemann, algunos de los primeros síntomas incluyen aumento de peso, hambre constante, acné y antojos intensos. Esto sucede porque el azúcar eleva la glucosa rápidamente, pero no genera saciedad. Además, los picos y caídas de glucosa pueden provocar irritabilidad o cambios emocionales, conocidos como hipoglucemia relativa.
MedlinePlus, sitio de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU., agrega que un consumo excesivo puede producir sed intensa, boca seca, visión borrosa y necesidad de orinar más seguido. Mantener estos niveles altos por mucho tiempo debilita el sistema inmune y aumenta la vulnerabilidad a infecciones.
El consumo excesivo de azúcar también genera inflamación silenciosa, envejecimiento prematuro y problemas digestivos. La Dra. Ahlemann explica que favorece la formación de compuestos que dañan el colágeno, afectando piel y tejidos. Además, la nutricionista Lauren Manaker señala que puede provocar fatiga crónica, alteraciones intestinales y aumentar el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y problemas de ánimo.
No hace falta eliminar el azúcar de golpe. Lo recomendable es hidratarse bien, consumir fibra y proteínas para estabilizar la glucosa, y sumar vegetales crucíferos como brócoli, coliflor o kale. La actividad física ayuda a quemar el exceso de energía, y la paciencia es clave: un solo día de consumo alto no define tu salud. Lo importante es retomar hábitos saludables y avanzar sin culpa.
Si te interesa proteger tu salud y evitar los riesgos del exceso de azúcar, prestar atención a estos síntomas y conocer los límites diarios es el primer paso para cuidarte.