

Es una psicóloga que vive en Nueva York y tiene 100 años. Aunque con problemas de audición, ceguera parcial y según cuenta ella con pérdida de memoria en algunos detalles, Marcia Brenner sigue atendiendo pacientes de forma remota y telefónica.
Sus sesiones duran unos 45 minutos, varias veces a la semana.
Escucha los problemas de cada persona con paciencia, tratando de no mostrar su frustración cuando no recuerda algún dato personal.
Tiene ayuda en casa para organizar horarios y llevar cuentas, especialmente después de romperse la cadera.
Aunque se dio cuenta de que la memoria ya no es la misma, se niega a jubilarse porque siente que abandonaría a muchos que dependen de ella.
Vocación + resiliencia. A pesar de que la vejez trae pérdidas (de memoria, vista, oído), lo que muchas veces define a la persona no es lo que deja de hacer, sino lo que sigue eligiendo hacer. En este caso, seguir escuchando a los demás.
Importancia de la escucha activa. Para muchos pacientes, ser escuchados es tan importante como un tratamiento formal. Marcia se destaca porque su presencia importa — cuando está en sesión dice que “automaticamente se pone en modo trabajo”.
Desafío del olvido. Ella admite que olvidar detalles le duele; que preguntar lo que ya preguntó es frustrante. Pero lo enfrenta con humildad, pidiendo que le recuerden. Eso también enseña: que no pasa nada por admitir que estamos envejeciendo.
Porque nos invita a repensar qué significa ser útil con el paso de los años. Cuando vemos noticias de alguien con cien años que sigue atendiendo pacientes, nos hacemos preguntas sobre nuestros propios miedos, sobre cómo queremos envejecer. Y sobre qué tan valiosa puede ser la experiencia humana, aun con imperfecciones.