

El próximo sábado, Gimnasia y Esgrima La Plata visitará a Sarmiento en el estadio Eva Perón de Junín con un condimento que trasciende lo futbolístico: la presencia de Pablo Echavarría como árbitro principal. Su designación no pasó inadvertida en el mundo albiazul, ya que trae a la memoria un episodio que aún genera bronca.
En 2022, bajo la conducción de Néstor Gorosito, Gimnasia disputaba un partido cerrado que podía definir su destino en la tabla. Sobre el final, Franco Soldano se disponía a definir una jugada clave dentro del área rival, cuando fue derribado en una acción que parecía un penal indiscutible. Sin embargo, Echavarría dejó seguir el juego y el resultado se selló en un 0 a 0 con sabor amargo.
Lo más llamativo ocurrió después del partido. El arquero Rodrigo Rey reveló en conferencia que el propio árbitro le reconoció que había sido penal, aunque argumentó que no alcanzó a ver la jugada en el momento. La ausencia de intervención del VAR profundizó la polémica. Gorosito, por su parte, fue categórico: "en un partido tan cerrado, un penal no cobrado es fundamental".
Este antecedente no es un hecho aislado, sino parte de un historial complejo entre Echavarría y Gimnasia. El juez cordobés ha dirigido al Tripero en 20 encuentros, con un balance que no favorece a los albiazules: 7 victorias, 4 empates y 9 derrotas. Un registro que genera inquietud en la previa al cruce en Junín.
Así, la figura de Echavarría se instala una vez más en el debate futbolero. Para los hinchas y el entorno de Gimnasia, su nombre aparece ligado a fallos que dejaron huella, mientras que el club afronta un nuevo desafío con la mirada puesta no solo en el rival, sino también en la justicia dentro de la cancha.