

El evento, convocado para hoy a las 19 horas, no pasa inadvertido. Sanzone definió su obra como “una ensalada entre realidad cruda y dura, realidad tuneada y ficción como a quien se le va la mano con la sal”. La frase, que por s misma torsión recoge tensiones sociales y políticas, resignifica el acto cotidiano del periodismo con un ojo sarcástico y otro punzante.
La biografía de Hipólico Isaac "Pico" Sanzone recorre décadas de ajuste, nota a nota. Comenzó en 1979 como cronista de automovilismo y motociclismo para la revista Autopista, y en 1981 recaló en el Diario El Día de La Plata después de trabajar en Télam. Dos libros lo anteceden: "El crimen de Oriel Briant" y "Las buenas ya van a venir", en los cuales ya se dejaba ver su lenguaje directo, irreverente y pendenciero.
En sus redes sociales, Sanzone multiplicó los adelantos de su libro: fragmentos crudos, posteos ficcionales y referencias políticas que no eluden conflictos. En Twitter, por ejemplo, se lo vio compartiendo un extracto donde habla del “periodista que ya no cree en la neutralidad” y de “estos tiempos donde la mentira es parte del decorado diario”. Esa pulsión de choque —tan propia del estilo que luego plasmó en el título— será seguramente el terreno por el cual conducirá la presentación del libro esta tarde en 115 y 39 de La Plata.
Más allá del tono provocador, Besarle el culo al perro parece plantear una andanada simbólica contra los pactos tácitos del poder periodístico, el rol de las grietas y el valor —o el desprecio— de la verdad en épocas de polarización.
Sanzone dedicó uno de sus relatos a episodios locales de La Plata, rozando la crónica política de la zona con lo íntimo, lo anecdótico y lo corrosivo. “Acá vas a comprobar todos los días que la realidad supera a la ficción”, comentó el autor, remitiéndose a una frase que escuchó en sus comienzos como cronista. Esa tensión entre expectativa, asombro y resignación tiene, en su propuesta narrativa, un solo horizonte: incomodar al lector complaciente.
Presenteción del libro "Besarle el culo al perro y otros asuntos raros".
Hoy miércoles 8 de octubre 2025, a las 19:00 horas en el Centro Cultural El Ángel Gris, sito en calle 115 esquina 39 del barrio Hipódromo de La Plata.
En redes, el hashtag #BesarleElCuloAlPerro circuló tímidamente al principio, pero tomó tracción cuando lectores comenzaron a publicar microfragmentos y memes con frases del libro. En Instagram, en particular, se viralizaron stories que reproducían párrafos con tipografía “zine” —rojo, recortes, virascelos— mientras usuarios comentaban: “Este tipo no le tiene miedo a nada” o “Te lo mando a leer si te animás”. La polémica literaria cobró un aire cultural-político.
Algunos periodistas de La Plata vaticinan que el libro será “una bisagra entre lo periodístico local y lo narrativo crítico”, una especie de versión ramplona pero electrificada de la crónica política del conurbano.
El guiño irreverente del nombre, Besarle el culo al perro, conjuga provocación y metáfora. No es un insulto gratuito: es una advertencia, una declaración de principios, una apuesta al choque. En un escenario argentino en el que la sobremesa política está llena de eufemismos y autocensuras, Sanzone parece lanzar una bomba de sarcasmo literario.
Legitimidad narrativa: que un periodista reconozca su conflicto con la “verdad oficial” y lo eleve a relato literario es un gesto político.
Territorio simbólico: en La Plata, PBA y CABA, este tipo de títulos puede generar un verdadero eco cultural, marcar agendas locales y expandir lectores que salen del circuito de bestsellers mediáticos.
Ruido de campaña: cerca de elecciones estratégicas, la obra convoca interpretaciones sobre discursos, poder, relato y grieta mediática. No es casual que su salida coincida con semanas inestables en el frente político bonaerense.
Pico Sanzone no vino a saludar: vino a poner los puños sobre la mesa. Besarle el culo al perro y otros asuntos raros no aspira a la corrección. Quiere provocar, incomodar, que se hable. Y puede que, entre las páginas con sal intensa y ficción cruda, encuentre lectores dispuestos a transgredir.
Porque, al fin y al cabo, si la realidad se encarga de dejar atrás los guiones, el periodismo más guerrero debe encontrar nuevos modos de narrar lo que ya nadie se anima a nombrar.