

Entre fotos, budines y antiguas inscripciones jeroglíficas, un grupo de investigadores de la Facultad de Humanidades de la UNLP se las ingenia para mantener con vida uno de los proyectos arqueológicos más apasionantes de los últimos años. Se trata del Proyecto Amenmose, una misión científica que desde 2020 trabaja en la conservación y estudio de una tumba de 3.000 años de antigüedad en Sheikh Abd el-Qurna, en la ciudad de Luxor, Egipto.
Sin financiamiento oficial ni becas internacionales, los integrantes del equipo liderado por la investigadora Andrea Zingarelli decidieron recurrir a la creatividad para sostener la iniciativa: venden tortas, tartas y dulces en ferias organizadas dentro de la Facultad de Humanidades. Además, montaron una muestra fotográfica que permite conocer los avances y secretos del trabajo en la tumba de Amenmose, un artesano y cantero que vivió durante el Reino Nuevo.
La exposición, titulada “La FaHCE en Egipto: Proyecto Amenmose en fotos”, puede visitarse hasta el 24 de octubre en la Planta Baja del Edificio A (51 entre 124 y 125). Las imágenes retratan desde los inicios de la expedición hasta los descubrimientos de 2024, cuando el equipo logró finalmente abrir la tumba y documentar los objetos y pinturas halladas.
Pero las fotografías son solo una parte de una tarea mucho más ardua. A unos metros de la muestra, las investigadoras y sus colegas organizan ferias de platos dos veces al mes, donde todo lo recaudado se destina a financiar la próxima misión. “Cada pasaje, herramienta y día de trabajo en Egipto sale de nuestro propio bolsillo”, explican.
El viaje completo, que se extiende por aproximadamente un mes y medio, tiene un costo cercano a los 5.000 dólares, sin contar alojamiento, comida ni materiales para el trabajo arqueológico. Por eso, además de las ferias, el grupo organiza rifas y campañas solidarias bajo la órbita de la Asociación Civil Amenmose Egipto, que recibe donaciones en el alias EGIPTO.TUMBA.318.
Los integrantes del proyecto —entre ellos profesionales de la UNLP, el Conicet, la UBA, la UNC y la UNT— aprovechan sus vacaciones de enero y febrero para viajar a Egipto y continuar las excavaciones. Mientras tanto, durante el año, planifican la logística y buscan recursos para el próximo desafío: regresar en 2026 y seguir desenterrando la historia milenaria que guarda el Valle de los Nobles.
“Es un trabajo completamente a pulmón, pero el compromiso con la ciencia y con la historia es lo que nos mueve”, remarcan. En cada torta vendida y en cada foto exhibida, late la convicción de que el conocimiento no tiene fronteras, aunque haya que cruzar medio mundo —y amasar mucho— para alcanzarlo.