

La versión de Celeste González Guerrero revivió todos los fantasmas del triple femicidio ocurrido en Florencio Varela. Sus declaraciones, difundidas por su abogado Daniel Giaquinta, revelan detalles crudos que no estaban en la causa judicial. En este artículo vamos a repasar lo que dijo y qué podría implicar.
Celeste es señalada como parte del entramado narco alrededor del caso. Ella asegura que, mientras torturaban a una de las víctimas, “llamaron a la familia y le dijeron que le devuelvan lo que le habían robado”. Esa afirmación nunca había sido parte del expediente.
Según ella, su pareja Miguel Villanueva Silva la involucró en detalles del plan: dijo que la mataron porque una de las chicas quiso escapar. También vinculó a la familia de una víctima: “eran otro grupo de mafia, de villas diferentes”.
No consta en la causa que Celeste estuviera presente en el interior de la casa del horror durante los crímenes, pero su relato sugiere que la venganza narco fue el móvil central detrás del triple femicidio.
Celeste declaró ante el fiscal Carlos Arribas que dos de las víctimas estaban acusadas de robar droga. Afirmó que Brenda del Castillo era una de ellas.
Explicó que el capo Sotacuro dirigía la banda y daba órdenes a Pequeño J, mientras que Miguel Villanueva era un eslabón menor.
Dijo que vio llegar a las chicas en una Tracker blanca, felices, como si vinieran a una fiesta.
Relató que los asesinos cavaron un pozo en la casa del horror para enterrar los cuerpos.
Añadió que los crímenes habrían sido transmitidos por videollamada para que otros vieran cómo mataban, usando apps como “Zangi”.
Si esto se confirma, cambia la mirada: no sería un crimen pasional aislado, sino una acción ejecutada con logística y violencia extrema.
Hasta ahora, lo que contaba Celeste solo aparece en sus comunicaciones con su abogado, no en actas judiciales. Son versiones sin respaldo probatorio directo. Pero si los fiscales o la jueza deciden incorporarlas, podrían abrir nuevas líneas de investigación: vínculos con otras bandas, participación de familiares de víctimas, conexiones políticas o narcos externos.
Ella también dijo que se dedicaba a vender cocaína, con vínculos directos con Pequeño J y otros miembros de la organización. Esa conexión, si se comprueba, puede extender la responsabilidad a más personas.
Reunir pruebas materiales (mensajes, registros de llamadas, videos) que corroboren lo que cuenta Celeste.
Investigaciones cruzadas entre bandas rivales en Florencio Varela para detectar quién estaba detrás de la venganza.
Indagar si los familiares acusados que ella menciona tuvieron roles activos en narcotráfico.
Verificar la versión de la videollamada del crimen para demostrar la atrocidad en tiempo real.
Este caso no es un simple suceso policial: podría revelar una red oscura entre drogas, violencia y venganza. La palabra “macabra” se queda corta ante estos relatos. Y aún quedan muchas preguntas: ¿quiénes pagaron? ¿por qué esas tres chicas? ¿Qué papel jugaron los familiares que ella menciona?
Mientras tanto, la causa judicial en Florencio Varela sigue su curso. Pero lo que dice la inquilina podría ser la llave que abra nuevas puertas. Seguiremos atentos.