

Por: Braian Medina
En un fin de semana marcado por el desconcierto de Alpine, Franco Colapinto volvió a dar una lección de manejo, ambición y carácter. Desde el puesto 18 y a bordo de un monoplaza que sigue sin estar a la altura, el argentino decidió ignorar las órdenes de equipo para hacer lo que mejor sabe: competir.
La orden era clara: mantenerse detrás de su compañero Pierre Gasly. Pero con el brasileño Bortoletto presionando desde atrás y apenas dos vueltas por delante, Colapinto eligió confiar en su instinto. Ejecutó una maniobra impecable en la curva 1 y superó a Gasly, dejando en evidencia que su hambre de victoria y su sentido de la competencia no se subordinan fácilmente.
Más allá de la maniobra, lo preocupante es el contexto: Alpine continúa a la deriva. Problemas en boxes, falta de evolución técnica y decisiones tácticas desconcertantes configuran un panorama cada vez más oscuro para la escudería francesa. Mientras otras estructuras avanzan, Alpine parece haberse detenido en el tiempo.
Y sin embargo, entre ese caos, Colapinto se destaca. No por resultados —que las circunstancias le niegan—, sino por su actitud. Carrera tras carrera, su talento se enfrenta no solo a los rivales, sino también a las propias limitaciones de su equipo. Lo de Austin fue una muestra más de su temple y de su perfil competitivo.
Franco Colapinto necesita y merece más. En un entorno que no está a la altura, él sigue corriendo con orgullo, con visión y con un futuro que, tarde o temprano, debería llevarlo a un equipo que lo potencie, no que lo frene.
Repasa la maniobra: