Por: Jonatan Anaquin
En el dinámico universo digital de China —donde los influencers (o KOLs, Key Opinion Leaders) se han convertido en fenómenos de masas— surge una pregunta provocadora: ¿puede cualquiera emitir opinión en temas especializados o bien la credibilidad debe estar respaldada por estudios? La respuesta que llega desde China es: no. Y ese cambio marca un antes y un después para los creadores de contenido y para las plataformas.

La llamada “economía wanghong” (網紅经济) en China —es decir, el fenómeno de las celebridades de internet que monetizan su influencia— ya creció en dimensiones considerables: se estima que en años anteriores movía decenas de miles de millones de yuanes.
Al mismo tiempo, esta explosión del poder digital generó preocupaciones: contenidos que promueven estilos de vida ostentosos, sin control profesional, consejos de salud o finanzas poco fundados, y una fuerte presión de las autoridades por asumir que el espacio digital puede generar efectos reales en la sociedad.
Según diversos informes, China ha comenzado a exigir que los creadores de contenido que aborden temas de salud, educación, finanzas o derecho tengan acreditaciones que lo respalden. Por ejemplo, una nota de Focus indica que “the guidelines also state that influencers who live stream on technical or professional subjects such as law, finance and education are required to hold relevant qualifications” (Las directrices también establecen que los influencers que transmiten en vivo sobre temas técnicos o profesionales como derecho, finanzas y educación deben tener las cualificaciones pertinentes).
Más aún, las plataformas como Douyin (versión china de TikTok) han lanzado regulaciones que restringen cuentas con gran número de seguidores de publicar “contenido político, social, legal o médico con fines comerciales” sin autorización.
Adicionalmente, la CAC ha iniciado campañas para rectificar el entorno de los influencers, combatir la desinformación, el uso indebido de cuentas, y exigir autenticación de usuarios y registros en plataformas. Si bien no todos los detalles operativos están públicos, la tendencia es clara: se exige mayor profesionalización para determinados temas, junto con una supervisión más fuerte de las plataformas y los creadores.
Control de la desinformación y riesgos sanitarios/sociales. Contenidos sobre salud, finanzas o derecho pueden tener impacto real en la vida de las personas; sin supervisión, surgen consejos peligrosos o fraudulentos.
Preservación del entorno mediático y de opinión pública. El ente regulador busca que el ecosistema digital refleje lo que define como valores “socialistas” o “educativos”, evitando que los creadores se conviertan en voces incontroladas.
Evitar conductas consideradas negativas o excesivas (como ostentar riqueza, fomentar el consumo irracional o manipular audiencias) que ya fueron objeto de campañas en China.

Para un creador de contenido digital en China, o para marcas que trabajen allí, las implicancias son variadas:
Si quieres hablar de salud, derecho, finanzas o educación: tendrás que demostrar que tienes la formación, certificación o experiencia profesional correspondiente.
Las plataformas podrían requerir que muestres públicamente tus credenciales antes de publicar. Por ejemplo, que un médico o abogado esté correctamente identificado si comenta sobre salud o leyes.
Las plataformas y gestores (MCN: multi-channel networks) tienen mayor responsabilidad de verificación y cumplimiento: según un borrador de la CAC, las instituciones que gestionan influencers deberán registrarse, tener cuentas vinculadas y cumplir con directrices más estrictas.
El contenido será más filtrado: temas delicados, sensibles o de gran impacto (finanzas, salud, política) estarán supervisados y podrán ser rechazados, además de que se espera que cumplan con estándares de calidad y veracidad.
Si no se cumple: sanciones, suspensión de cuentas, eliminación de contenidos o imposibilidad de monetizar podrían caer. Las leyes desaparecieron o restructuraron muchas cuentas que no cumplían.
Las Ventajas alineadas pueden elevar la calidad del contenido especializado ya que los espectadores tendrían más garantía de que quien habla tiene respaldo profesional. Además podría generar mayor confianza en redes para temas sensibles como salud o finanzas y los creadores profesionales tienen una ventaja competitiva frente a los amateurs que improvisan.
Lo cual lleva desafíos que pueden limitar la creatividad o el acceso, alguien con mucho conocimiento empírico pero sin título formal puede quedar fuera de participar, el riesgo de silenciar voces independientes o emergentes que ofrecen valor pero no “papel”, la medida puede verse como un mecanismo de control, más que de garantía, y generar debates sobre libertad de expresión digital y en mercados fuera de China, puede generar precedentes: otras regulaciones podrían imitar este modelo, afectando a creadores globales.

Aunque esta normativa se aplica en China, hay aprendizajes que pueden trasladarse, si haces “content marketing” o creas contenido especializado en salud, finanzas o leyes, asegúrate de tener respaldo profesional, transparencia y evidencia de que sabes lo que estás hablando, las plataformas y marcas cada vez más exigen verificación, la transparencia será clave (¿quién eres? ¿qué formación tienes?).
A la hora de colaborar con influencers, evaluar también su credibilidad, formación y el cumplimiento de normativas de publicidad como las que State Administration for Market Regulation en China exige. Vigila cómo evoluciona la regulación en tu mercado: lo que empieza en un país puede extenderse o inspirar regulaciones globales respecto a “creadores de opinión” y su responsabilidad.
En definitiva, lo que está ocurriendo en China representa una redefinición del rol del creador digital especializado, ya no basta con tener presencia online y seguidores, también se exige credibilidad profesional y cumplir con regulaciones.
Para los influencers que trabajan en temas de salud, educación, finanzas o derecho, el mensaje es claro: “hablar es un lujo, si no puedes demostrar que puedes sostener lo que dices”. Y para las audiencias: una señal de que los contenidos digitales serán cada vez más regulados, más profesionalizados, y bajo mayor escrutinio.