jueves 30 de octubre de 2025 - Edición Nº5329

Política | 23 Oct

La promesa verde que se marchitó en Misiones

El “bioherbicida” que nunca fue: el proyecto estrella del rovirismo que terminó en fiasco

El SENASA confirmó que el producto promovido por el oficialismo misionero no eliminaba malezas, sino que actuaba como insecticida, lo que generó pérdidas económicas y críticas al manejo estatal del programa ambiental. La empresa Agro Sustentable S.A., presentada como emblema de innovación, mantenía vínculos comerciales con allegados al hijo de Carlos Rovira.


n 2023, el gobierno de Misiones presentó con orgullo un supuesto avance ambiental: un “bioherbicida” que prometía reemplazar el uso del glifosato en los campos de la provincia. La empresa detrás del desarrollo, Agro Sustentable S.A., fue impulsada por el oficialismo como una muestra de la transición hacia una producción más limpia y responsable. Sin embargo, la realidad terminó por contradecir el discurso.

Un informe técnico del SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) reveló que el producto no cumplía con la función herbicida. Lejos de atacar las malezas, su composición química actuaba como insecticida, lo que provocó pérdidas inmediatas en las cosechas y el malestar de los productores que habían confiado en el programa.

Pese a las advertencias de especialistas y pruebas de campo fallidas, el Estado provincial compró y distribuyó el producto, profundizando el daño económico en la zona rural. Frente al creciente reclamo, el Ejecutivo decidió extender el uso del glifosato hasta 2030, reconociendo de forma tácita el fracaso del proyecto ambiental.

El caso tomó un giro más complejo cuando el medio Sección País publicó un informe que vinculó a Agro Sustentable S.A. con Ramiro Rovira, hijo del dirigente Carlos Rovira. Según la investigación, el empresario Joaquín Basanta, uno de los impulsores de la compañía, compartía vínculos societarios con el entorno familiar del poder político.

Así, lo que nació como un proyecto de sustentabilidad terminó convertido en un símbolo del fracaso institucional y de la falta de control en la gestión pública, dejando al descubierto la distancia entre el discurso ecológico y la realidad de la política provincial.

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