Desde su desembarco en Estudiantes de La Plata a comienzos del año, Facundo Farías no ha logrado transformarse en el jugador decisivo que muchos imaginaban. La expectativa era grande: 5,3 millones de dólares de inversión, la camiseta número 11 y un pasado reciente en Inter Miami, donde compartió plantel con figuras globales. Sin embargo, el rendimiento del delantero santafesino quedó muy lejos de ese guion ideal.
En el cuerpo técnico del Pincha, lejos de soltarle la mano, Eduardo Domínguez decidió apostar una vez más por él. No solo porque lo conoce desde sus días en Colón de Santa Fe, donde supo exprimir su mejor versión, sino porque la actualidad del equipo lo exige. La lesión muscular grado 2 en el bíceps femoral de Lucas Alario dejó un hueco de peso en el ataque, y el “Barba” empezó a probar alternativas con Farías como protagonista.
Durante los últimos entrenamientos, el santafesino viene ocupando el rol de delantero centro en los ensayos con el equipo suplente. La intención es clara: que sea el recambio inmediato de Guido Carrillo en caso de rotaciones o descanso. Según trascendió, en las prácticas se lo vio más activo y enfocado, aunque aún resta que esa mejoría se traduzca en rendimiento durante los partidos oficiales.
El desafío no es menor. Farías carga con el peso de una inversión millonaria y con el murmullo constante de una hinchada que espera mucho más. El cierre de la temporada asoma como su última gran oportunidad para revertir la imagen y dejar de ser uno de los futbolistas más cuestionados del plantel. En el horizonte está el objetivo colectivo: clasificar a la Copa Libertadores 2026. Pero también, su objetivo personal: volver a ser la Joya que alguna vez brilló en Santa Fe.