jueves 30 de octubre de 2025 - Edición Nº5329

Política | 30 Oct

Gestión bajo la lupa en Berisso

Cagliardi prioriza la política antes que gobernar Berisso y el 2027 podría ser su fin

10:31 |Mientras busca juntos a otros intendentes sostenerse bajo el ala de Kicillof, el intendente enfrenta críticas por el desgaste de su gestión, la falta de resultados y el creciente malestar social en la ciudad


En septiembre el intendente del distrito de Berisso, Fabián Cagliardi, decidió ponerse al frente de la lista de su espacio político con el argumento de “frenar el avance” de Javier Milei. Ya para las últimas elecciones legislativas nacionales parece que el respaldo no fue suficiente, sus siguientes decisiones generó desconfianza entre vecinos y dirigentes locales que lo acusan de utilizar la campaña como refugio ante una gestión que no logra cumplir las expectativas.

Después de casi seis años de gobierno, Cagliardi no ha logrado revertir los principales problemas del distrito. Las obras prometidas avanzan con lentitud, los servicios públicos se deterioran y la administración municipal sigue dependiendo del financiamiento externo para sostener su funcionamiento. En los barrios, los reclamos por infraestructura, limpieza y seguridad se multiplican sin respuestas concretas.

El triunfo que no convence

Tras la victoria en el municipio pero la derrota de Fuerza Patria a nivel nacional y provincial, Cagliardi salió a celebrar una victoria mínima, insistiendo en que “se mantuvo la base de votos” respecto a los comicios anteriores. Sin embargo, los datos muestran otra historia: mientras su fuerza perdió apoyo, La Libertad Avanza creció más de un 15 % respecto a la elección provincial, consolidándose como la principal alternativa opositora. Esa tendencia no solo evidencia un desgaste del oficialismo, sino también la emergencia de un voto de ruptura que canaliza el descontento con la gestión local.

En los barrios, la lectura es clara. Los problemas estructurales —falta de servicios, calles deterioradas, inseguridad y obras sin planificación— siguen sin resolverse. El discurso del intendente, centrado en la “continuidad y el acompañamiento al proyecto provincial”, parece cada vez más distante de las preocupaciones cotidianas de los vecinos.

Un nuevo mapa político en disputa

El escenario que se abre tras los comicios es el de una polarización inédita. La continuidad del peronismo en el poder municipal ya no garantiza estabilidad, sino que inaugura un tiempo de tensiones crecientes en el Concejo Deliberante y en la calle. La oposición libertaria, pese a sus propias fracturas internas, logró convertirse en el único canal efectivo del voto disconforme, desplazando a las fuerzas tradicionales y dejando al radicalismo prácticamente fuera del tablero.

La diferencia final entre las dos principales fuerzas —apenas poco más de 4.000 votos— revela el tamaño del cimbronazo político. Mientras Fuerza Patria obtuvo el 44,7 % de los sufragios, La Libertad Avanza alcanzó el 37,5 %. Aunque la distancia numérica permitió a Cagliardi adjudicarse el triunfo, la lectura política es otra: el oficialismo retrocedió, perdió más de 2.000 votos respecto a la elección anterior y enfrenta una oposición fortalecida.

Entre el discurso y la realidad

Lejos de reconocer el desgaste, Cagliardi optó por transformar el resultado en un relato de resistencia. En sus declaraciones públicas, habló de “continuidad” y de “defender el proyecto nacional y provincial”, e incluso intentó posicionar a Axel Kicillof como el nuevo referente del peronismo rumbo a 2027. Pero el festejo del intendente dejó más sombras que certezas: el oficialismo retuvo el municipio, sí, pero lo hizo con un nivel de apoyo en caída y con una legitimidad erosionada por los números.

La lectura general entre analistas locales es que el peronismo berissense atraviesa una crisis de representación profunda. Lo que antes fue un bastión seguro se ha transformado en un territorio en disputa, donde el voto castigo gana terreno y el relato de la “recuperación” ya no convence.

En este nuevo contexto, Cagliardi enfrenta el desafío de gobernar un municipio cada vez más fragmentado políticamente, con una ciudadanía que exige gestión y transparencia, y una oposición que no solo crece, sino que aprendió a disputar poder desde el territorio.
 

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