La Confederación General del Trabajo (CGT) atraviesa días de alta tensión política interna. El sector sindical que pretendía postergar las elecciones de autoridades perdió un apoyo fundamental: Héctor Daer, uno de los actuales integrantes del triunvirato, confirmó que no buscará renovar su mandato y se apartó de las negociaciones para extender los plazos de la votación.
La decisión del dirigente de Sanidad alteró el equilibrio interno de la central obrera. El bloque que integran Luis Barrionuevo (Gastronómicos) y Armando Cavalieri (Comercio) había impulsado la idea de prorrogar los mandatos, bajo el argumento de que la CGT necesita una conducción experimentada para enfrentar la reforma laboral que impulsa el Gobierno. Sin embargo, sin el respaldo de Daer, esa estrategia perdió fuerza.
En paralelo, otro sector promueve una renovación de la conducción y apoya la incorporación de Cristian Jerónimo, referente de los empleados del vidrio, como parte del próximo triunvirato. Los opositores a esa idea lo cuestionan por representar a un gremio “menor” y por su supuesta cercanía con posiciones más dialoguistas hacia la administración de Javier Milei.
Hugo Moyano, uno de los pesos pesados del sindicalismo, se mantiene en un rol de equilibrio e intenta evitar que la disputa derive en una fractura abierta. Su influencia podría ser decisiva para encaminar un acuerdo que preserve la unidad de la central obrera, clave en un contexto económico y laboral complejo.
La discusión por la renovación de autoridades refleja, en el fondo, un debate más profundo: qué tipo de CGT emergerá en los próximos años ante un contexto en el que los trabajadores piden una representación de lucha combativa frente al Gobierno y no un sindicalismo negociador. Por lo cual, la resolución de esta interna no solo definirá nombres, sino también el rumbo político y la estrategia de presión del movimiento obrero argentino en la era Milei.