En la ciudad de La Plata, la comunidad educativa del colegio Normal 2 atraviesa un alarmante momento tras un violento episodio registrado en el patio cerrado del establecimiento. Lo que comenzó como una discusión entre jóvenes terminó derivando en una brutal pelea que dejó como saldo a una preceptora herida, cuando intentó intervenir para separar a los alumnos.
Las imágenes, captadas por otros estudiantes presentes, muestran cómo la tensión va escalando. Uno de los jóvenes, que llevaba puesta una campera blanca, intenta retirarse del conflicto. Sin embargo, otro estudiante —esta vez con el torso desnudo— irrumpe de manera repentina y agresiva, reactivando el enfrentamiento. La escena transcurre a plena luz de la mañana y frente a numerosos testigos que no pueden hacer más que observar.
El caso toma una dimensión aún mayor cuando se conoce que uno de los involucrados habría sido expulsado previamente de la institución, lo que abre interrogantes sobre el acceso y control dentro del establecimiento. Padres y madres, que no tardaron en expresar su preocupación, sostienen que la violencia en el Normal 2 viene intensificándose hace tiempo, sin que se implementen medidas preventivas concretas.
En medio de la pelea, una preceptora se acerca con la intención de detener la situación. Vestida con una camisola marrón, intenta sujetar del brazo al joven con campera blanca para frenar la agresión. En el forcejeo, el otro adolescente tira con fuerza, produciendo una caída en conjunto. El impacto hace que la trabajadora golpee de lleno su rostro contra el piso, resultando en un corte visible en la frente.
A partir de este hecho, la reacción de las familias no tardó en llegar. “Mi hija tiene miedo de volver al colegio”, expresó una madre, quien además advierte que los estudiantes comentan que puede haber nuevas peleas a la salida, lo cual pone en riesgo no solo a los involucrados directos, sino a todo el alumnado presente.
Las críticas también apuntan a la dirección de la escuela, ya que —según los testimonios— no se habría llamado a la Policía Bonaerense para intervenir. Esto refuerza la sensación de desprotección institucional, tanto para estudiantes como para el personal docente, quienes quedan expuestos a situaciones de violencia sin respaldo de protocolos claros y efectivos.
Lo ocurrido vuelve a poner sobre la mesa la necesidad urgente de políticas de prevención, acompañamiento psicológico y presencia activa del Estado dentro y fuera de las instituciones educativas. La escuela, espacio históricamente pensado como contención, formación y comunidad, se encuentra tensionada entre conflictos que exceden los pasillos y reflejan un clima social cada vez más hostil.
El corte en la frente de la preceptora no solo es una herida visible. Es, también, la marca de un problema profundo y sostenido, que aún está esperando una respuesta.