La Confederación General del Trabajo (CGT) realizó su Congreso Nacional Ordinario y definió a sus nuevas autoridades para el período 2025-2029. Con el voto afirmativo de 1.604 de los 1.639 delegados presentes, el organismo más importante del movimiento obrero argentino consolidó una nueva conducción, que estará encabezada por Jorge Sola, Cristian Jerónimo y Octavio Argüello.
El proceso de renovación llegó en un momento clave: inflación persistente, salarios rezagados, caída del empleo industrial y tensiones crecientes entre el Gobierno nacional y los sindicatos. En ese contexto, la CGT enfrenta el desafío de dejar atrás la pasividad y asumir un rol más activo en la defensa de los trabajadores.
La nueva cúpula logró una amplia legitimidad dentro del Congreso, aunque no sin grietas. La Unión Tranviarios Automotor (UTA) decidió retirarse del proceso por diferencias con la conducción, lo que evidenció las tensiones internas que aún atraviesan al movimiento obrero.
Aun así, la distribución de cargos entre múltiples secretarías —que incluye a figuras como Héctor Daer en Interior, Osvaldo Lobato en Gremial y Horacio Arreceygor junto a Susana Benítez en Prensa— busca representar a las distintas corrientes sindicales y evitar fracturas mayores. La meta, según remarcaron los flamantes dirigentes, es “unidad de acción” para enfrentar el contexto económico y social.
Con un gobierno nacional que impulsa reformas laborales y un sector empresarial que exige flexibilización, la CGT necesita recuperar capacidad de respuesta. Su papel no puede limitarse a declaraciones o gestos simbólicos: debe funcionar como un actor de peso real en las negociaciones paritarias, en la defensa del salario y en la protección de los derechos laborales.
La conducción que encabezan Sola, Jerónimo y Argüello tiene ahora la oportunidad de reconstruir una agenda sindicarl moderna y combativa, que atienda la precarización laboral, la pérdida del poder adquisitivo y la falta de diálogo efectivo entre los trabajadores y el Estado.
En tiempos donde la conflictividad social se multiplica y la desigualdad se profundiza, la CGT está frente a una disyuntiva: ser protagonista o espectadora del rumbo económico del país. Su capacidad de articular reclamos, movilizar bases y construir consensos marcará el futuro inmediato del movimiento obrero argentino.