Por: Jonatan Anaquin
En la Universidad Nacional de La Plata, los días de elecciones no pasan desapercibidos. Los pasillos, las aulas y los patios se convierten en espacios de debate, persuasión y militancia activa, donde las agrupaciones estudiantiles despliegan sus estrategias para ganar representación.
A lo largo de las 17 facultades, miles de estudiantes participan en una decisión que no solo define quién conducirá los Centros de Estudiantes, sino también la composición de los órganos colegiados que intervienen en la toma de decisiones institucionales.
Durante tres jornadas consecutivas, la actividad se intensifica. Las mesas llenas de folletos, las charlas informales en las colas de votación y la constante presencia en redes sociales revelan un escenario político vivo, en el que conviven tradiciones políticas históricas con espacios emergentes que buscan instalar agendas nuevas.
La participación estudiantil representa uno de los pilares del cogobierno universitario, modelo que reconoce voz y voto a los distintos claustros. En ese sentido, los estudiantes cumplen un rol fundamental en el Consejo Directivo de cada facultad y en el Consejo Superior, donde se discuten políticas académicas, presupuestarias y de bienestar universitario.
El mapa político actual destaca la influencia de Franja Morada, fuerza vinculada al radicalismo universitario, que mantiene conducción en diez facultades, entre ellas Económicas, Ingeniería, Informática y Derecho.
Frente a esta hegemonía, distintas expresiones del peronismo universitario, la izquierda y agrupaciones libertarias buscan romper el equilibrio, apelando a discursos centrados en derechos estudiantiles, condiciones de cursada, bienestar y democratización de las decisiones.
La competencia no es menor: la lista ganadora en cada facultad obtiene mayoría en el Consejo Directivo, mientras que las dos primeras minorías ingresan representación siempre que superen el umbral electoral.
El clima electoral se intensifica especialmente en facultades donde el margen de diferencia suele ser estrecho. Medicina, Psicología y Periodismo aparecen como escenarios clave. En Medicina, la agrupación Remediar enfrenta una elección reñida con Viento de Abajo, mientras que en Psicología Franja Morada podría verse presionada por el crecimiento del espacio opositor.
En Periodismo, la histórica conducción de la Agrupación Rodolfo Walsh siente el avance de Fandango, un fenómeno que expone cambios en las preferencias de una nueva camada estudiantil.
La expectativa no se centra únicamente en la conducción de los Centros de Estudiantes. El reparto de bancas en el Consejo Superior podría modificar el equilibrio de fuerzas hacia 2026, año en que se renovarán decanatos y se discutirán proyectos estratégicos para la universidad. Esa posibilidad eleva el grado de tensión política y hace que cada voto cuente.
Con el cierre de urnas previsto para la tarde del último día, comienza un recuento que tradicionalmente se extiende durante horas, acompañado de cánticos, ansiedad y ojos atentos en cada mesa.
Una vez más, la UNLP demuestra que su vida política no es una formalidad institucional, sino un ejercicio real de participación, disputa y construcción colectiva. Y que, al final del día, la universidad también se vota en los pasillos.