Hay dichos que dicen que los silencios suelen contar más que las palabras, y en el peronismo mucho más. En los últimos días, los rumores que circulan entre dirigentes bonaerenses y cordobeses tomaron fuerza: un operativo político en marcha para acercar al gobernador Martín Llaryora a la órbita de Cristina Fernández de Kirchner.
El objetivo sería claro y ambicioso: que el mandatario cordobés se convierta en la carta electoral del kirchnerismo para disputar una interna contra Axel Kicillof, figura central del peronismo bonaerense y líder del un sector que se afianza a discrepar con los aliados a CFK.
La lógica detrás de esta jugada remite a una fórmula conocida. Cristina evalúa, una vez más, apostar a un dirigente de perfil moderado para expandir volumen electoral y posicionarse competitivamente en una primaria. Con ese esquema en mente, Llaryora aparece como opción tentadora para tender puentes y enfrentar a esos sectores que el kirchnerismo suele mirar con distancia.
En ese marco, trascendió una frase que habría surgido en un almuerzo político en La Plata y que generó ruido en el entorno del gobernador bonaerense: “Axel, lo que va a hacer Cristina es lo que siempre hizo: se va a plantar en los 20 puntos que tiene para ir a buscar un candidato de centro, como fue Scioli y Alberto, y con ese te va a querer derrotar”. La advertencia cayó como un aviso directo en la política provincial.
Para que ese movimiento sea viable, el primer paso implicaría un quiebre profundo: convencer a Llaryora de despegarse de Juan Schiaretti y regresar formalmente al PJ nacional. Esa ruptura reconfiguraría el mapa del peronismo cordobés y reordenaría las alianzas en un espacio que busca reconstruirse tras su derrota.
Mientras los protagonistas guardan silencio, la tensión crece y el peronismo vuelve a debatirse entre su identidad histórica y la necesidad de reconstruir poder electoral. El camino al 2027 recién comienza, y as próximas semanas definirán si esta jugada queda en rumor… o empieza a tomar forma real.