Por: Braian Medina
Cada 17 de noviembre el peronismo celebra el Día de la Militancia, en homenaje a la jornada de 1972 en la que Juan Domingo Perón regresó a la Argentina después de 17 años de proscripción. Su expulsión había comenzado en septiembre de 1955, cuando la autodenominada Revolución Libertadora lo derrocó tras casi una década en el poder, obligándolo a exiliarse en la cañonera Paraguay para evitar un conflicto civil mayor.
A pesar de las restricciones, la censura y la prohibición de cualquier referencia al peronismo, la militancia mantuvo viva la organización política durante más de una década y media. Ese compromiso terminaría por desbordar cualquier intento de controlar el regreso del líder.
El 17 de noviembre de 1972, el presidente de facto Alejandro Lanusse autorizó el regreso de Perón con la condición de que no fuese candidato en las elecciones de 1973. Desde Roma, el General viajó acompañado por gobernadores, dirigentes sindicales, artistas y deportistas.
El gobierno declaró ese día como no laborable, prohibió manifestaciones y solo permitió el ingreso al aeropuerto como “invitado especial”. Mientras el sindicalismo había dispuesto un paro general y la CGT se convertía en sede del Operativo Regreso, miles de militantes desafiaron la prohibición y se movilizaron hacia Ezeiza.
La aeronave aterrizó a las 11.09 en una mañana lluviosa. La imagen del dirigente José Ignacio Rucci cubriendo a Perón con un paraguas recorrió el mundo: después de 17 años, el líder justicialista había pisado nuevamente suelo argentino.

"El regreso del General Perón a la Argentina, más que nada debe ser apreciado por el pueblo argentino. Yo, por mi parte, me siento inmensamente feliz de poder volver", fueron las primeras palabras al tocar suelo argentino.
La célebre expresión de Alejandro Agustín Lanusse —“no le da el cuero”— se convirtió en uno de los gestos más provocadores de la política argentina del período. Con esa frase, el jefe de la dictadura buscó desafiar directamente a Juan Domingo Perón y poner a prueba su decisión de volver al país después de casi dos décadas de exilio.
El comentario, lanzado en octubre de 1972, se inscribía en un clima de creciente desgaste del régimen y de movimientos subterráneos que preparaban el retorno del líder peronista.
La Revolución Argentina atravesaba un momento crítico: la legitimidad del poder militar estaba en caída, la conflictividad social aumentaba y el proyecto del Gran Acuerdo Nacional aparecía como una última tentativa para lograr una transición controlada. En ese contexto, Lanusse intentó mostrarse firme y exhibir autoridad ante Perón, aun sabiendo que su capacidad de maniobra era cada vez más limitada.
Lejos de amedrentarse, Perón decidió regresar el 17 de noviembre de 1972. Su retorno tuvo un componente político estratégico: evitar cualquier gesto que pudiera interpretarse como una subordinación al gobierno militar. Por eso se negó a mantener una reunión con Lanusse, a pesar de las presiones y del control que el régimen intentó ejercer durante el operativo de su llegada.
Finalmente, y ante un escenario que ya no podía contener, Lanusse autorizó la salida de Perón del hotel de Ezeiza en la madrugada del 18 de noviembre. El regreso del líder justicialista no solo marcó el fracaso de las maniobras del gobierno militar, sino que también abrió el camino hacia el final de la dictadura y el retorno a la vida democrática.
Tras encuentros con enviados del gobierno militar, Perón se instaló en la residencia de Gaspar Campos, en Vicente López. Allí miles de simpatizantes colmaron las calles con pancartas y cánticos, mientras los periodistas lo esperaban día y noche.
Aunque su estadía fue breve —partió nuevamente el 14 de diciembre— alcanzó para impulsar un frente político capaz de derrotar a la dictadura en las urnas. Perón apoyó la fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), encabezada por Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima. Con la célebre consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, la dupla ganó las elecciones del 11 de marzo de 1973 con el 49,5% de los votos.
Perón regresaría definitivamente el 20 de junio de ese mismo año, ya con Cámpora como presidente. Aquel primer retorno, el del 17 de noviembre de 1972, quedó para siempre en la memoria militante como la jornada en que el pueblo volvió a encontrarse con su líder.
