En el universo del poder argentino hay movimientos que hablan más que cualquier discurso público. La designación de Lisandro Catalán en el directorio de YPF, apenas semanas después de abandonar el Ministerio del Interior, es uno de esos gestos que dejan ver una lógica interna que opera en silencio pero con enorme eficacia.
El directorio de YPF está compuesto por 11 directores titulares y 7 suplentes. Entre los directores titulares se encuentran Horacio Marín (Presidente), Guillermo Francos, José Rolandi, Eduardo Ottino, Guillermo Koenig, Emiliano Mongilardi, Marilina Jaramillo, César Biffi, Andrea Confini, Eduardo Rodríguez Chirillo y Gerardo Canseco. Todos cobran 140 millones mensuales.
En este caso, la señal fue clara: el nuevo gobierno convirtió los sillones de la petrolera estatal en un espacio de recompensa política y resguardo económico.
Catalán, un abogado sin trayectoria en la industria energética, accede a un puesto donde el sueldo mensual asciende a 140 millones de pesos, una cifra que impacta incluso en un país acostumbrado a la volatilidad económica.
No es un secreto que esta remuneración fue uno de los atractivos principales del cargo, una especie de “zona de confort” dentro del entramado público-privado donde los beneficios suelen superar por mucho a los del sector estatal tradicional.
Quienes conocen la dinámica interna de YPF saben que su directorio se transformó en los últimos años en una suerte de embajada de lujo para funcionarios desplazados, un espacio donde la continuidad política encuentra un refugio estratégico.
Allí ya se sientan Guillermo Francos, ex jefe de Gabinete, y Eduardo Rodríguez Chirillo, ex secretario de Energía que, a pesar de haberse alejado hace más de un año, conserva su silla con la misma firmeza que cuando ocupaba el cargo.
La silla que ahora ocupa Catalán pertenecía a Carlos Bastos, un histórico del sector energético vinculado al ciclo de Domingo Cavallo. Su salida y reemplazo no pasó inadvertido en el mundo petrolero, donde los gestos de alineamiento entre poder político y dirección empresarial siempre generan lecturas profundas.
El desembarco de Catalán, avalado por la conducción de Horacio Marín, consolida un directorio donde la influencia del actual gobierno se multiplica.
Otro nombre que completa esta mesa es el de José Rolandi, cuya presencia en YPF arrastra discusiones desde que se lo ubicó al mismo tiempo en la Jefatura de Gabinete y en la comisión que evalúa los proyectos del RIGI, una superposición que abrió debates sobre conflictos de interés que nunca fueron despejados del todo.