La temporada 2026 del fútbol argentino se perfila como un punto de inflexión que excede lo estrictamente deportivo. Tras la sorpresiva proclamación de Rosario Central como Campeón de Liga por su posición en la tabla anual —una decisión que estalló en el centro de la escena dirigencial— la Liga Profesional de Fútbol buscó recomponer su credibilidad publicando, esta vez de forma clara y anticipada, el listado definitivo de torneos que definirán la próxima campaña.
La escena que marcó el quiebre fue contundente: el arribo de Gonzalo Belloso, Ariel Holan, Jorge Broun y Ángel Di María a la sede de la AFA para recibir una copa que, hasta ese momento, no tenía existencia formal. Aquella postal, celebrada por algunos y cuestionada por muchos, expuso la falta de previsión institucional y encendió un debate que finalmente obligó a la LPF a fijar un marco reglamentario explícito.
En una reunión de Comité Ejecutivo que contó con la presencia de Claudio Tapia, Francisco Duarte y dirigentes de todos los clubes, se estableció que en 2026 se disputarán siete competencias oficiales, una arquitectura inédita que mezcla continuidad, reforma y un intento evidente por ordenar el tablero después del escándalo. Dentro de este esquema, el elemento más novedoso será el Campeón de Liga, que nuevamente premiará al equipo con mejor rendimiento en la tabla anual, formalizando el criterio que este año apareció improvisado.
Los tradicionales Torneo Apertura y Torneo Clausura mantendrán su formato, pero ahora quedarán insertos dentro de una estructura más compleja: el ganador de cada uno tendrá acceso directo al Trofeo de Campeones, mientras que este último, junto al Campeón de Liga, se integrará al cuadro de la Supercopa Internacional, un título que busca elevar el impacto deportivo y comercial del calendario.
En paralelo, la Copa Argentina seguirá siendo el gran torneo federal que habilita al campeón a disputar la Supercopa Argentina, otro cruce que alimenta la creciente red de finales que la LPF propone como atractivo central para la próxima temporada. En total, siete títulos oficiales coexistirán en un ecosistema que promete mayor competencia, pero también más presión institucional sobre los clubes.