sábado 22 de noviembre de 2025 - Edición Nº5352

Información General | 22 Nov

Trabajo con gatos

La revolución felina que cambió una oficina para siempre

07:50 |En una era donde las empresas ensayan fórmulas infinitas para elevar el bienestar laboral, una compañía japonesa descubrió que la clave no estaba en la tecnología, ni en los bonos, ni en las nuevas metodologías de trabajo, sino en un recurso tan simple como inesperado: nueve gatos que se transformaron en el corazón emocional y productivo de toda una organización.


En la cultura empresarial global, la búsqueda de ambientes de trabajo más humanos suele traducirse en manuales extensos, consultoras especializadas y programas de bienestar que prometen milagros. Pero, en una modesta empresa japonesa de ingeniería, esa transformación surgió de un gesto íntimo: la decisión de adoptar un gato. Lo que comenzó como un acto casual de sensibilidad terminó convirtiéndose, quince años después, en una filosofía organizacional difícil de replicar, pero imposible de ignorar.

En Qnote, el día laboral no empieza con reuniones, sino con maullidos. Los empleados conviven con un equipo peculiar compuesto por nueve felinos que deambulan entre escritorios, teclados y salas de trabajo, ejerciendo una influencia que ningún manual de management podría predecir. Los gatos funcionan como puentes sociales, como amortiguadores emocionales y como recordatorios permanentes de que la productividad no es una máquina ajena a lo humano, sino un clima que se construye a diario.

La compañía no solo los adoptó: los integró. Cada gato tiene un rol simbólico, una ficha laboral y una presencia activa en la rutina de los trabajadores. Esta convivencia cotidiana no pretende romantizar la vida corporativa; al contrario, subraya una idea esencial: el bienestar auténtico aparece cuando el espacio laboral reconoce que las personas necesitan estímulos que trasciendan la tarea.

Con el tiempo, la oficina se convirtió en un refugio emocional recíproco. Los empleados cuidan a los gatos, y los gatos cuidan, sin saberlo, la salud mental de quienes pasan horas frente a una pantalla. En un país donde el estrés laboral es una problemática conocida, la experiencia de Qnote explica por qué la simple compañía de un animal puede reducir tensiones que ni los descansos programados ni los “días de bienestar” logran resolver.

El impacto no tardó en llegar: la productividad se disparó, el ambiente se volvió más amable y la empresa creció muy por encima de todas sus expectativas iniciales. Esto no significa que los gatos hagan “trabajo”, sino que generan condiciones emocionales que desbloquean el potencial humano. Su presencia recuerda que la eficiencia no siempre depende de herramientas complejas: a veces basta con una pausa para acariciar a un compañero de cuatro patas.

La historia de esta empresa nipona invita a reflexionar sobre un asunto mayor: ¿qué pasaría si el bienestar laboral dejara de ser un concepto abstracto y se convirtiera en un conjunto de gestos cotidianos? ¿Qué empresas se atreverían a abandonar la rigidez corporativa para apostar por una convivencia más cálida, más real?

Qnote no propone una receta universal, pero sí expone un principio poderoso: una oficina que respira humanidad es, inevitablemente, una oficina más productiva. Y en su caso esa humanidad tiene bigotes, cola y un lugar privilegiado sobre la mesa directiva.

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