A cinco años del fallecimiento de Diego Armando Maradona, el expediente judicial que intenta establecer cómo y por qué murió el ícono más grande del fútbol argentino atraviesa uno de sus momentos más determinantes. Lo que parecía encaminarse hacia un debate oral histórico terminó colapsando por un escándalo que obligó a volver todo atrás y redefinir desde cero el rumbo de la causa.
El primer juicio, iniciado en 2025, había avanzado con semanas de testimonios y un seguimiento mediático permanente. En el centro de la escena estaban los siete profesionales de la salud imputados por “homicidio simple con dolo eventual”, entre ellos el neurocirujano Leopoldo Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov, integrantes del equipo que acompañó a Maradona durante su internación domiciliaria.
Sin embargo, la credibilidad del proceso quedó pulverizada cuando se descubrió que la entonces jueza Julieta Makintach había permitido la grabación de escenas para un documental dentro de dependencias judiciales. La maniobra, ajena a todo procedimiento formal, generó una ruptura inmediata: renuncia de la magistrada, reclamos de nulidad y un tribunal que terminó por anular todo lo actuado en el juicio.
La situación de Makintach empeoró cuando el jury de La Plata resolvió su destitución y la inhabilitó de manera permanente para ejercer cargos en la Justicia. Ya sin fueros, ahora enfrenta una causa penal por delitos que van desde cohecho hasta manipulación de pruebas, mientras la Fiscalía de San Isidro analiza su situación procesal.
Con la designación del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 7, el expediente vuelve a tomar impulso. La nueva fecha de inicio del juicio fue fijada para el 17 de marzo de 2026, un debate que será observado con atención no solo por la familia Maradona, sino también por millones de hinchas que, desde hace cinco años, esperan una respuesta clara sobre las circunstancias que rodearon la muerte del ídolo.
La causa reabre una herida todavía sensible, pero también renueva la expectativa de que el proceso avance sin interferencias y permita, finalmente, que la justicia aporte claridad. Para el mundo del fútbol, la verdad sobre Diego no es solo un reclamo legal: es una necesidad emocional que aún sigue en pie.
