En La Plata existe una corriente creativa que no todos logran detectar a simple vista, una especie de vibración subterránea que se manifiesta cuando ciertos músicos se animan a explorar el límite entre lo audible y lo intangible. Cristian Wallace, con el lanzamiento de Dark Breezes, vuelve a situarse en ese territorio donde la música instrumental deja de ser un ejercicio virtuoso para convertirse en una forma de pensamiento. Su proyecto UNVRS, nacido en 2021, se sostiene sobre una premisa simple y al mismo tiempo ambiciosa: traducir en sonido las preguntas que la ciencia y la naturaleza todavía no logran responder del todo.
Lejos de construir una pieza cerrada, Dark Breezes funciona como una atmósfera que se despliega en capas. Wallace no se limita a mostrar habilidad guitarrística; se permite enfriar, calentar, expandir o contraer el sonido como si estuviera manipulando un fenómeno físico. La estética que propone convive entre lo atmosférico y lo técnico, pero no se queda en ninguno de los dos extremos: busca que cada nota sugiera un movimiento que no puede verse, sólo intuirse. Esa intención se vuelve evidente cuando se observa el modo en que articula cada textura, como si cada gesto musical respondiera a un proceso natural que el oyente apenas alcanza a descifrar.
La participación de Juan Cali desde FIJIHAUS aporta otro nivel de lectura. El videoclip, que se estrenará el 5 de diciembre, no pretende ilustrar la música de manera literal: propone, en cambio, una narrativa visual que acompaña el pulso conceptual del tema, construyendo un universo paralelo que expande la escucha en lugar de encorsetarla. En ese diálogo audiovisual aparece una de las claves del trabajo de Wallace: la necesidad de que el arte funcione como un puente entre sensaciones y teorías, entre la intuición humana y aquello que supera nuestra comprensión.
El músico, que durante dos décadas formó parte de La Ira de Jaqke y que hoy combina su labor artística con la docencia universitaria, encuentra en UNVRS un espacio donde todo su recorrido converge. Esa doble identidad —la del creador y la del pensador— se manifiesta con claridad en la frase que acompaña el lanzamiento: "Lo que está destinado a suceder ya ocurrió, y lo que fue, aún aguarda su destino." No se trata solo de un gesto poético: es una declaración sobre el modo en que concibe el tiempo, la causalidad y el sonido.
UNVRS está compuesto por nueve obras que se publican gradualmente, una decisión que le da al proyecto un ritmo propio, ajeno a la lógica del consumo inmediato. Cada pieza funciona como una partícula que, junta con las demás, construye una constelación. Y Dark Breezes se inscribe en ese mapa como un viento oscuro que, lejos de inquietar, invita a detenerse y escuchar lo que la ciudad, el universo y uno mismo intentan decir cuando todo parece en silencio.