La novena sesión del Concejo Deliberante no fue una más. Se aprobó el Código Tributario y la Fiscal Impositiva, pero el clima dejó frases y escenas dignas de archivo. Hubo números, porcentajes, advertencias, llamados a la prudencia… y también Aristóteles, Maquiavelo, la carne, el pan y la realidad berissense como terreno común.
Las personalidades hicieron el resto: Gabriel Marotte, impecablemente seguro, retador desde sus argumentos y con ese tono que incomoda. Del otro lado, Dario Luna: académico, reflexivo, casi místico, con esas frases de biblioteca vivida y lente de intelectual. Dos concejales con estilos antagónicos que terminaron llevándose el debate hacia un plano inesperado.
“No vamos a ser un obstáculo”, dijo primero. Pero luego aclaró el voto negativo. Su discurso estuvo cargado de advertencias: “No se trata de capricho, sino de actitud constructiva”.
A lo que luego continuó con su estilo particular de ser incesivo en lo que dice, explico “El expediente no contiene informes económicos”, y “Sabemos muy bien que se va a perjudicar a los que más necesitan”.
El bloque libertario sostuvo sus reparos: criticó la falta de proyecciones reales y advirtió sobre el impacto social. Luna remarcó “Tenemos que tener un pensamiento crítico, la unicidad lleva a la equivocación”.

El oficialista volvió al centro de la escena y bajó conceptos sin anestesia ni metáforas:
“El aumento del 35% no es arbitrario", comentó y luego disparó “Gobernar es hacerse cargo de los números reales.”
Y atacó el estilo particular del concejal, Luna, a quien si mirarlo y tampoco sin hacer mención comentò “Maquiavelo y Aristóteles quedan lejos de lo que vale la carne, la leche y el pan.”
Marotte desarmó argumentos con datos y comparaciones crudas entre la economía real y las teorías. Su mensaje fue directo: sin recaudación no hay luminarias, calles ni agua potable. No hay Estado presente. Y no hay gestión.
El oficialismo defendió que el 35% se compensa con los incentivos del 25% por pago en término y el 10% anual. La frase final dejó su sello: “No es un aumento para recaudar más: es responsabilidad fiscal.”
Su intervención fue contra Luna, quien luego volvió a tomar la palabra y ante el ataque de Marotte le respondió mirando fijo hacía el lugar donde estaba Marotte:
“No digo palabras bonitas. Estoy quemado. Quemado de escuchar siempre promesas”. “La diversidad es la riqueza”. “No estamos montados en el obelisco”.
Y en el punto máximo del cruce, cuando su referencia intelectual parecía exagerada en un debate de tasas, Marotte interrumpió con un: “No fue mi intención”, generando un instante casi teatral en el recinto


Matías Nanni, como todo abogado de buena ley - para ciertas situaciones de convivencia - fue al hueso:
“Es la primera vez que la tributaria se trata antes del presupuesto. No corresponde.”
“Son ordenanzas que van de la mano.”
Simple y frontal. Para él, el procedimiento es parte del problema.
Y cuando el clima parecía en tensión máxima, llegó el momento de Maxi Fernández.
Directo, ácido, filoso:
“Esta gente que está acá son asesinos de la economía.”, haciendo referencia al bloque de la Libertad Avanza.
Pero también dejó su marca en clave de humor: hizo referencia a la proximidad física y política de los bloques opositores, a los libertarios, a su propio unibloque y a los ex Juntos como una gran familia en el recinto, una especie de todos con todos, pero sin muy claro quién era quién.
También coincidió en que el 35% podría ser excesivo, pero fue honesto en lo esencial: “Un municipio necesita herramientas económicas.”
Hubo tres dictámenes y votación nominal.
A favor: el oficialismo con sus 11 ediles y los unibloques de Daniel Del Curto y Natalia Moracci.
En contra: los libertarios (Aguilera, Luna, Marc Llanos), Juntos (Carvajal, Nanni, Yalet) y el unibloque de Fernández.
La Ordenanza Impositiva tuvo el mismo final.
La sesión dejó una conclusión inesperada: el debate político en Berisso ya no se queda en porcentajes ni tecnicismos. Se discute desde la filosofía, desde la calle y desde la realidad cotidiana. Entre Aristóteles, datos inflacionarios y chicanas, quedó claro que el concejo es un escenario de ideas en disputa.
La aprobación llegó, pero lo que más quedó fue el cruce: dos formas distintas de interpretar la política, la economía y el presente. Una noche donde la tributaria fue apenas el punto de partida.