El Cementerio de La Plata atraviesa un momento fundacional. La reciente decisión del Concejo Deliberante de transformarlo en un ente autárquico, con contabilidad propia y autonomía operativa, no solo modifica su estructura administrativa, sino que redefine su relación con la ciudad y con la memoria colectiva que lo habita. Por primera vez, el predio deja de ser un área dependiente de una secretaría municipal para convertirse en un organismo con capacidad de planificar, ejecutar y sostener su funcionamiento sin depender de transferencias presupuestarias generales.
Esta mutación institucional, impulsada desde el Ejecutivo local, propone una lógica más transparente y eficiente en torno al manejo de sus recursos. La autarquía se presenta como la vía para garantizar que cada peso recaudado –por tasas, servicios funerarios, mantenimiento o nuevas actividades culturales– se reinvierta directamente en la restauración y preservación del predio. De este modo, se busca cortar con décadas de desinversión estructural que afectaron la infraestructura, los caminos, las bóvedas históricas y hasta la capacidad operativa del lugar.
El cambio no apunta únicamente al orden administrativo: también abre un nuevo horizonte de posibilidades. La normativa habilita al ente a ofrecer visitas guiadas, circuitos patrimoniales, cremaciones y actividades culturales, integrando el Cementerio a una red más amplia de turismo histórico que muchas ciudades del mundo ya han explorado con éxito. Lo que antes era un espacio silencioso y relegado a funciones estrictamente funerarias podría convertirse en un nodo activo para difundir la historia arquitectónica, artística y social de La Plata.
La continuidad laboral del personal, la preservación patrimonial y el cumplimiento de las leyes y ordenanzas vigentes fueron incorporaciones claves durante el debate. Con estos resguardos, el nuevo organismo nace con un marco más robusto, capaz de compatibilizar autonomía con protección del valor histórico, un equilibrio indispensable cuando se administra un espacio de memoria pública.
Además, el Cementerio contará con su propio presupuesto generado a partir de su recaudación actual —que ya supera los cientos de millones de pesos— y de los servicios que implemente en adelante. Esto permitirá planificar obras impostergables, desde reparaciones estructurales hasta mejoras en accesos y circuitos internos. La meta es clara: que el lugar deje de depender de decisiones coyunturales y cuente con una gestión sostenida en el tiempo, capaz de modernizarse sin perder su identidad.
La autarquía del Cementerio de La Plata no es solo un cambio de figura jurídica: es un giro conceptual. Implica reconocer que un espacio tan cargado de historia merece una administración profesional, sostenible y orientada al futuro. Si la apuesta prospera, la necrópolis podría convertirse en un ejemplo de cómo el patrimonio público puede sostenerse a sí mismo, preservarse y, al mismo tiempo, generar un vínculo renovado con la comunidad.