lunes 1 de diciembre de 2025 - Edición Nº5361

Información General | 1 Dec

El Aikido llega con una práctica abierta y gratuita para descubrir movimiento, calma y comunidad

09:28 |La llegada anual de Alejandro Núñez Sensei a La Plata vuelve a poner en el centro la pregunta por cómo habitamos el ritmo cotidiano. Su práctica abierta invita a descubrir en el Aikido no solo una técnica de movimiento, sino una herramienta para ordenar la energía, afinar la atención y recuperar un modo más consciente de estar en el mundo.


La inminente visita de Alejandro Núñez Sensei, referente histórico del Aikido en la región, vuelve a activar una tradición que trasciende la simple demostración marcial. Cada regreso del maestro funciona como una especie de recordatorio: en medio del vértigo urbano todavía existen espacios donde el cuerpo puede aprender a moverse sin violencia y la mente puede calmar la inercia del día.

La práctica abierta que se realizará en Kyoshin Dojo, en Hernández, no solo busca acercar a los vecinos a esta disciplina japonesa sino también ofrecer una experiencia concreta de lo que significa entrenar presencia.

Desde que Núñez introdujo el Aikido en La Plata en los años ochenta, su labor dejó un entramado sólido de dojos, instructores y alumnos que sostienen el espíritu de esta enseñanza. Su trayectoria lo vincula con maestros prestigiosos del linaje Aikikai, lo que convierte cada una de sus prácticas en una ocasión para conectar con una tradición que conserva su esencia aun lejos de Japón. Hoy, su visita tiene un tinte especial: será la última práctica abierta del año, una instancia que condensa décadas de transmisión y vínculo con la comunidad local.

El encuentro del 13 de diciembre promete más que técnicas, caídas y desplazamientos circulares. El Aikido propone una forma de leer el conflicto sin enfrentamiento directo: redirigir, acompañar el movimiento, encontrar un centro propio desde el cual actuar. En un contexto saturado de estímulos, como describe Nelson Delgado, instructor regional y responsable del dojo anfitrión, este arte funciona como un antídoto frente al desborde cotidiano.

Su valor no reside en la defensa personal clásica sino en la posibilidad de fortalecer la atención, la postura, la estabilidad emocional y la autoestima, elementos que sostienen una vida más equilibrada.

Kyoshin Dojo, construido colectivamente por sus practicantes, refleja ese espíritu comunitario. Con un tatami armado a mano y un enfoque que piensa la enseñanza por edades, el espacio incluye también un programa para mujeres y un protocolo propio ante situaciones de violencia. Allí se plasma una idea que atraviesa toda la escuela Kansha: el Aikido no se limita al tatami, sino que busca moldear prácticas de convivencia y cuidado mutuo.

La tradición que dejó Núñez desde 1983 se amplió al punto de conformar cinco dojos activos en la ciudad, además de espacios vinculados en otras provincias y en Uruguay. Cada uno funciona como un nodo donde se despliega una misma premisa: el entrenamiento físico como vía hacia una forma más consciente de estar en relación con los demás.

La práctica abierta será una oportunidad para quienes nunca se acercaron a este arte marcial y también para quienes buscan reencontrarse con una experiencia que combina movimiento, introspección y trabajo grupal. Acercarse solo requiere ropa cómoda y cierta curiosidad. Lo demás —la técnica, la paciencia, la escucha, el ritmo compartido— aparece una vez que se entra al tatami.

En tiempos en los que la velocidad parece imponerse como norma, el Aikido ofrece un mapa distinto: un camino donde se aprende que la fuerza no siempre está en resistir, sino en acompañar, observar y responder desde el equilibrio. La jornada de Hernández será, entonces, un recordatorio de que todavía existen prácticas capaces de devolvernos a ese centro.


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