Por: Jonatan Anaquin
La temporada 2025 de River concluyó con una sensación amarga, no sólo por los resultados deportivos sino por la fragilidad de su situación institucional y emocional. Eliminado de la Copa Libertadores, la Copa Argentina y el Torneo Clausura, el equipo debió adelantar vacaciones y reconocer un cierre incómodo. Lejos de proyectar conquista, el plantel quedó licenciado hasta el 20 de diciembre y Marcelo Gallardo debió girar el timón hacia 2026 con una idea clara: reconstrucción.
Lo curioso es que el destino pareció jugarle una ironía. Aunque aseguró su lugar en la Copa Sudamericana por haber finalizado cuarto en la tabla anual, River todavía tiene una puerta abierta para volver a la Libertadores. Pero esa puerta no está en sus manos: la llave la tiene Boca. Sí, el eterno rival, que luego de eliminar a Argentinos Juniors se convirtió en el único club capaz de arrastrarlo hacia la fase previa del máximo torneo continental.
Los hinchas, divididos entre tradición emocional y ambición deportiva, se enfrentan a un dilema incómodo. Algunos prefieren que Boca nunca levante una copa, aun si eso deja a River relegado a un certamen menor. Otros piensan que volver a la Libertadores vale el precio simbólico de necesitar al adversario para entrar.
Gallardo, mientras tanto, eligió un tono pragmático. Admitió que finalizar el año así “es incómodo”, pero se mostró dispuesto a asumir lo que venga, incluso si el inicio del nuevo calendario exige arrancar desde un lugar menos habitual para la institución. La pretemporada ya tiene plan: primera fase en River Camp, segunda en San Martín de los Andes. El debut oficial de 2026 se espera para fines de enero, con el mismo formato dual de Apertura y Clausura, más fechas interzonales y playoffs.
Ese esquema deportivo revela una verdad innegociable: River deberá recomponer su identidad futbolística. Utilizó ocho mediocampos distintos en sus últimos partidos, expresión de una búsqueda inconclusa. Ahora, necesita redefinir roles, recuperar variantes tácticas y construir un equipo capaz de competir sin depender de terceros.
Más allá del destino que surja de Boca, la temporada que viene representará un examen de carácter para el Millonario. No se trata sólo de volver a la élite continental, sino de reencontrar un rumbo propio que no esté condicionado por lo que ocurra en la vereda de enfrente.