La ciudad se prepara para otro incendio emocional. El clásico platense regresa a su escenario natural, el Juan Carmelo Zerillo, con un guion que no precisa exageraciones: uno llega con la moral en alto pero con bolsillos vacíos; el otro, herido por castigos y cuestionamientos dirigidos desde los escritorios de la AFA. Es una cita donde el fútbol se fusiona con política, identidad y supervivencia.
Gimnasia, frenado en los pasillos administrativos pero acelerado en la cancha, se convirtió inesperadamente en una fuerza silenciosa. Cinco victorias consecutivas y apenas un gol recibido componen un tramo que contradice la lógica de un plantel que debió suspender entrenamientos por falta de pago. Ese contraste determinó su narrativa: un equipo que, sin cheques al día, fabricó disciplina emocional y encontró en su entrenador un sostén más humano que táctico. Mientras las cuentas no cierran, la pelota sí lo hace; y el clásico le exige que ambos mundos dejen de chocar.
Del otro lado aparece un Estudiantes que, lejos de mostrarse desbordado, eligió resistir desde la historia. Su ingreso a Playoffs fue por la rendija mínima, con un octavo lugar que lo condenó a no ser local nunca. Pero la rebeldía estalló justamente cuando fue obligado a hacer pasillo al campeón: el plantel dio la espalda en señal de que no comulga con protocolos impuestos. Ese acto le costó sanciones, pero también lo despertó competitivamente. De Rosario salió con un triunfo que alimentó el orgullo rojo y blanco, y luego certificó esa transformación eliminando a Central Córdoba. Ahora arriba sin Guido Carrillo, pero con una certeza: la batalla emocional ya la empezó ganando.
Ambos se cruzan en un encuentro que no es solo una semifinal, sino una instancia que desnuda el presente de la ciudad. El clásico no mira la tabla: resucita heridas, exhibe contradicciones y redefine jerarquías. Lo que está en juego no es únicamente un boleto a Santiago del Estero, sino pertenencia, rivalidad y un lugar narrativo en la memoria de La Plata. Quien gane, escribirá un capítulo de resistencia; quien pierda, profundizará incertidumbres.
El cemento y los árboles del Bosque saben de esto. Han visto descensos, campeonatos y traiciones, pero pocas veces recibieron un clásico donde ambos lleguen tambaleando por motivos tan distintos. Gimnasia busca encerrar el caos deportivo con orden dentro del campo; Estudiantes llega dispuesto a que el conflicto sea motor y no ruido.
En tiempos donde la pelota debate con la política, el clásico se vuelve un juicio público y emocional. Una ciudad mira, tiembla y espera.
Nelson Insfrán; Juan Pintado, Renzo Giampaoli, Enzo Martínez, Pedro Silva; Augusto Max, Nicolás Barros Schelotto; Manuel Panaro, Bautista Merlini, Alejandro Piedrahita o Jeremías Merlo; Marcelo Torres. DT: Fernando Zaniratto.
Fernando Muslera; Román Gómez, Santiago Núñez, Leandro González Pirez, Santiago Arzamendia; Santiago Ascacibar, Ezequiel Piovi; Tiago Palacios, Cristian Medina, Edwin Cetré; Facundo Farías. DT: Eduardo Domínguez.