Algo pasó en las calles de La Plata y en todas las ciudades del país. Cada vez ves más mochilas naranjas, más bicis y motos pedaleando a contrarreloj. Pero lo que parece un boom positivo esconde una historia distinta. Y lo más llamativo es un número que no para de repetirse: 252%.
¿Por qué creció tanto? ¿Qué significa realmente este salto? Aguantá unas líneas, porque la respuesta explica más del momento económico que mil discursos políticos.
La intención de búsqueda es simple: entender por qué aumentaron tanto los repartidores y qué dice eso del trabajo en Argentina. La plataforma Rappi pasó de 40 mil a casi 152 mil repartidores activos en un año. Sí, más del 252% de crecimiento. Pero lejos de ser una señal de expansión, marca lo contrario: menos trabajo formal y más personas metiéndose en apps para sobrevivir.

El Índice Rappi funciona como una radiografía del derrumbe laboral. Mientras se pierden puestos en blanco, miles entran al delivery porque pueden empezar hoy mismo, sin trámites y sin garantías. Es muy parecido a lo que pasó con las remiserías en los 90: la crisis empuja, la precariedad espera.
Aunque los pedidos crecieron 29,3% y los comercios 39%, el ticket promedio sólo subió 21% en un contexto donde la inflación fue 24,5%.
¿La traducción? La gente compra menos en términos reales. Y los repartidores se reparten pedidos que no crecen al ritmo de la cantidad de trabajadores.
Esto genera lo que muchos ya sienten todos los días:
Menos pedidos por persona
Comisiones más bajas
Jornadas más largas
Ingresos que no alcanzan
Las organizaciones de repartidores lo vienen marcando: cuanta más gente se conecta, más se diluye el laburo.
El propio índice muestra lo difícil que es sostener el día a día con ingresos variables:
Docena de empanadas: $30.000
Kilo de helado: $20.900
Pizza de muzza: $18.500
Combo de hamburguesa: $15.700
Docena de medialunas: $14.850
Palta: $750
Banana: $399
Con estos valores, no sorprende que muchos trabajen 10, 12 o más horas sin descanso. Todo sin obra social, sin ART, sin aportes, sin red.
Bajo el modelo económico del gobierno de Javier Milei, las plataformas funcionan como un amortiguador social. Mientras el empleo formal cae, las apps absorben la mano de obra expulsada.
Según el CEPA, entre noviembre de 2023 y agosto de 2025 cerraron 19.164 empleadores.
La pérdida de trabajo registrado: 276.624 puestos.
El crecimiento de repartidores no es un triunfo tecnológico. Es el reflejo de una economía donde el trabajo estable retrocede. En La Plata esto se ve todos los días: más bicicletas, menos derechos.
El boom no es una fiesta, es un síntoma. Y el dato que abrió este artículo —ese 252%— deja claro que el país crece en movimiento, pero no en bienestar. Aquí la intriga se cierra: el boom del delivery no muestra progreso, sino cómo se pedalea la crisis.