En el cierre del año futbolístico, River Plate vuelve a colocarse en el centro de la escena con una operación que podría reconfigurar el perfil competitivo del plantel para 2026. Con la mirada puesta en rejuvenecer la estructura y potenciar la dinámica en la zona media, en el club trabajan en silencio pero con determinación para sumar a un jugador que, por características y contexto, encastra en el modelo competitivo que Marcelo Gallardo pretende recuperar en su segundo ciclo.
La atención se concentra en Fausto Vera, volante surgido en Argentinos Juniors y actualmente en Atlético Mineiro, donde atraviesa un momento deportivo que ya no coincide con sus aspiraciones. Fuentes del entorno del jugador confirman que manifestó su intención de cambiar de aire, una circunstancia que abrió una vía de negociación que hace meses parecía bloqueada por números inaccesibles. El nuevo escenario en Brasil, donde no entra en la consideración principal del equipo de Jorge Sampaoli, habilitó una oportunidad inesperada.
En River sostienen que el seguimiento sobre Vera no es producto de un impulso reciente. Desde hace dos ventanas de transferencias, el club analiza la posibilidad de incorporarlo, aunque la cláusula elevada y el buen presente del mediocampista en aquel momento convertían la operación en un deseo de difícil ejecución. Hoy, en cambio, la ecuación se invirtió: Atlético Mineiro está dispuesto a negociar y el propio jugador ve con buenos ojos regresar al fútbol argentino.
El proyecto deportivo que encabeza Gallardo encuentra en Vera un futbolista capaz de ofrecer recuperación, recorrido y lectura táctica, atributos que el DT considera esenciales para reconstruir la identidad colectiva. Además, su edad —25 años— encaja con el propósito dirigencial de bajar el promedio del plantel sin resignar jerarquía ni proyección internacional.
Mientras River avanza en la continuidad definitiva de Giuliano Galoppo, la carpeta de Vera avanza por carriles firmes y se encamina a transformarse en la primera incorporación nueva del ciclo 2026. No se trata del nombre más estridente del mercado, pero sí de un jugador cuya llegada podría modificar automáticamente la estructura interna del mediocampo. Para Gallardo, es una pieza que permite equilibrar, ordenar y volver a construir desde el corazón del equipo.
Las próximas horas serán decisivas. En Núñez esperan que la operación se cierre antes del reinicio de los entrenamientos, y en Brasil ya asumen que la salida es un hecho. Si el último movimiento administrativo se concreta, River no solo iniciará el mercado con una contratación estratégica, sino también con una señal clara hacia el vestuario: el nuevo ciclo se construye desde la convicción, no desde los nombres rutilantes.