Gimnasia empieza a pensar el 2026 antes de que termine el 2025. Mientras se ultiman los detalles para que Fernando Zaniratto deje de ser interino y se convierta en entrenador oficial, la dirigencia albiazul ya proyecta el futuro inmediato con una agenda clara: reforzar puestos clave y evitar improvisaciones.
La inminente confirmación de Zaniratto no es un hecho aislado. Viene acompañada por la reciente designación de Germán Brunati como director deportivo, una señal política y deportiva que apunta a ordenar decisiones y construir un proyecto más estable. En ese marco, el mercado de pases empieza a tomar forma incluso antes de que se rubrique el contrato del DT.
El diagnóstico interno es concreto. Gimnasia buscará un marcador central, un mediocampista defensivo, un extremo y un centrodelantero, posiciones que quedarán debilitadas por finalización de contratos y salidas ya previstas. No se trata solo de sumar nombres, sino de cubrir zonas sensibles del equipo que hoy condicionan el funcionamiento colectivo.
En paralelo, aparecen los sueños que siempre ilusionan al hincha. Nacho Fernández y Milton Casco vuelven a estar en carpeta, con negociaciones complejas pero abiertas. En ambos casos, el desafío no es futbolístico sino económico y de competencia con otros clubes. Más lejano, aunque no descartado, surge el nombre de Nacho Miramón, cuyo futuro depende de decisiones que exceden a Gimnasia y se juegan en Europa.
En ataque, el foco está puesto en Matías Coccaro, un viejo conocido de Brunati. El delantero uruguayo atraviesa un momento de indefinición contractual y aparece como una oportunidad, aunque Huracán también lo sigue de cerca, lo que anticipa una negociación disputada.
El mensaje que deja este escenario es claro: Gimnasia no espera a que el mercado lo sorprenda. Con Zaniratto y Brunati alineados, el club intenta anticiparse, planificar y reducir el margen de error. El 2026 empieza a construirse ahora, con decisiones que buscarán marcar una diferencia entre competir y simplemente sobrevivir