El fútbol argentino vuelve a demostrar que las finales no se juegan únicamente dentro de la cancha. Se construyen mucho antes, en las rutas, en las madrugadas sin dormir y en el esfuerzo colectivo de miles de hinchas que deciden estar. En esta oportunidad, Estudiantes de La Plata protagonizó uno de los movimientos de público más impactantes de los últimos años, con un verdadero éxodo rumbo a Santiago del Estero para disputar la final del Torneo Clausura ante Racing.
Desde las últimas horas del viernes y durante la madrugada del sábado, más de cien micros cargados de ilusión partieron desde La Plata, principalmente desde el Estadio UNO y puntos estratégicos como 44 y Ruta 6. A ellos se sumaron autos particulares y vuelos especiales, completando una movilización que reflejó la magnitud del momento deportivo y emocional que atraviesa el club.
La venta total de las 13.500 entradas asignadas a Estudiantes antes del mediodía fue el primer termómetro de lo que vendría después. La respuesta fue inmediata y contundente: el hincha no dudó. Ni los costos del traslado ni las largas horas de viaje fueron un obstáculo frente a la posibilidad de acompañar al equipo en una final que promete quedar en la memoria colectiva.
En los alrededores del estadio UNO, la escena fue elocuente. Calles completas ocupadas por micros numerados, bocinazos constantes, banderas, pirotecnia y un clima festivo que convirtió la previa en un acontecimiento en sí mismo. El club, además, dispuso unidades propias para garantizar que nadie quedara afuera por motivos económicos, reforzando una idea de comunidad que trasciende el resultado deportivo.
El operativo de seguridad también marcó la dimensión del evento. Estudiantes y Racing viajaron por rutas separadas, siguiendo diagramas específicos para evitar cruces entre parcialidades. Mientras la Academia tomó el corredor de la Ruta 9, el pueblo pincharrata avanzó por Ruta 6 y Ruta 8 hasta cruzar hacia Santa Fe, en uno de los traslados más importantes de su historia reciente.
Más allá del partido, lo ocurrido en las rutas confirma una certeza conocida: cuando Estudiantes juega una final, su gente responde. No como un gesto aislado, sino como una expresión profunda de identidad, pertenencia y memoria. Porque en el fútbol argentino, la gloria también se construye viajando.