Por: Braian Medina
Camina en silencio sobre el césped del Madre de Ciudades, sin estridencias ni gestos desmedidos. Eduardo Domínguez acaba de conquistar su cuarto título con Estudiantes, tras vencer a Racing en la final, pero su imagen dista mucho de la calma que el resultado sugiere. Porque si algo no tuvo el DT en este proceso fue tranquilidad. Aun así, volvió a ganar.
La escena se repite desde hace tiempo: dudas, rumores, sentencias anticipadas y, como respuesta, un equipo que compite y un entrenador que resiste. En La Plata se escuchó más de una vez que su etapa estaba terminada. “Ciclo cumplido” fue la frase que sobrevoló tras la dura goleada sufrida ante Argentinos Juniors en el Apertura. Sin embargo, Domínguez siguió. Y meses después, Estudiantes estuvo a penales de eliminar al Flamengo, el equipo más poderoso del continente.
No fue la última vez. Hace apenas semanas, tras otra caída frente al Bicho, volvió a instalarse la versión de su salida. “Eduardo Domínguez dejó de ser técnico de Estudiantes”, se llegó a afirmar. Pero el Pincha entró a los play-offs por resultados ajenos y, desde allí, construyó una campaña quirúrgica: tres triunfos consecutivos como visitante —ante Rosario Central, Central Córdoba y Gimnasia— todos por 1-0. Eficacia, carácter y una nueva final ganada ante la Academia de Gustavo Costas.

El fenómeno no es nuevo. En 2023 levantó la Copa Argentina; en 2024, la Copa de la Liga; y en 2025, el Torneo Clausura. Tres finales “grandes”, tres títulos. A eso se suma el Trofeo de Campeones ganado la temporada pasada y dos definiciones perdidas que, por formato y contexto, nunca terminaron de calar hondo en la historia grande del club.
También está la otra cara: campañas internacionales que fortalecieron al equipo aun en la derrota. La Sudamericana 2023, con una eliminación ante Corinthians tras una serie dominada y castigada por los palos, y la Libertadores 2025, con una salida digna frente al Flamengo en cuartos de final. De aquella noche injusta quedó una frase que hoy suena a declaración de principios: “Tenemos que levantarnos porque todavía tenemos competencias por delante”.
Domínguez no solo gana. Se reinventa. Con salidas de figuras y planteles en reconstrucción, vuelve a armar equipos competitivos, capaces de llegar a instancias decisivas. Ese es, quizá, su mayor mérito y la razón por la que los cuestionamientos nunca logran volverse definitivos.
Mientras algunos siguen preguntándose hasta cuándo, Eduardo Domínguez responde como mejor sabe: con vueltas olímpicas. Y en Estudiantes, una vez más, el técnico discutido terminó siendo el campeón.