Según pudo reconstruir este informe, Boca ya inició contactos con el entorno del jugador, anticipándose al final de su contrato con River Plate, que vence el 31 de diciembre. A partir del 1° de enero, Borja quedará con el pase en su poder, un dato clave que reduce drásticamente los costos económicos y vuelve viable una operación que, en otros contextos, habría sido impensada.
Durante una entrevista Borja afirmó que “uno no puede cerrar las puertas”, no solo evitó descartar a Boca: habilitó políticamente la posibilidad.
Ese gesto fue leído puertas adentro del club xeneize como una señal de apertura real. No hay negociación formal aún, pero sí un intercambio fluido, con conocimiento mutuo de las condiciones contractuales y del escenario deportivo que se avecina.
La decisión de Boca no es impulsiva. Responde a una necesidad concreta: el bajo impacto de Edinson Cavani durante 2025 y la falta de peso específico de Milton Giménez en partidos determinantes dejaron al descubierto un problema estructural en la ofensiva.
En ese contexto, Borja reúne tres condiciones clave:
-
Experiencia en el fútbol argentino
-
Conocimiento del superclásico
-
Capacidad goleadora comprobada
Además, su condición de jugador libre lo convierte en una oportunidad de mercado difícil de ignorar, incluso asumiendo el costo político que conlleva.
El vínculo entre Borja y River se fue erosionando. El delantero pasó de ser figura a blanco de cuestionamientos, y el distanciamiento con la hinchada terminó de modificar el tablero. Ese desgaste emocional es el que Boca detecta como una ventana de oportunidad.
No se trata solo de fútbol: es una operación de contexto, donde el presente del jugador pesa más que su pasado.
El rol de Juan Román Riquelme es central. El presidente de Boca evalúa avanzar con una propuesta formal apenas se habilite el nuevo año, cuando el plantel retome los entrenamientos el 2 de enero en Ezeiza.
Riquelme entiende que el impacto de Borja excede lo deportivo: sería un mensaje al mercado, a River y a la propia hinchada. Un movimiento de alto riesgo, pero también de alto rédito simbólico.
Por ahora, no hay firmas ni documentos, pero sí una certeza: el diálogo existe. Y en el fútbol argentino, eso ya es suficiente para encender todas las alarmas.
Si la operación avanza, no será solo un refuerzo. Será una decisión que redefina códigos, reabra debates históricos y marque el pulso del mercado de pases 2026.
Porque hay pases que se explican con goles.
Y otros, como este, que se explican con poder.