El último estudio del año de Zuban Córdoba confirma lo que en el oficialismo prefieren no decir en voz alta: Javier Milei regresó a niveles de desaprobación similares a los previos al impulso político que, meses atrás, le había aportado Donald Trump. Aquella foto internacional funcionó como un salvavidas momentáneo; hoy, ese capital simbólico parece agotado.
La lectura es clara: el “shock” comunicacional no compensó los problemas estructurales. Sin mejoras tangibles en la vida cotidiana, el relato pierde eficacia y la paciencia social se erosiona.
La encuesta dibuja una polarización persistente, aunque con leve ventaja para el rechazo:
48,5% aprueba la gestión nacional
51% la desaprueba
0,5% no sabe
La fractura generacional se profundiza. Los más jóvenes sostienen al Gobierno, mientras que los mayores de 46 años concentran el descontento. Es una base frágil: depende más de expectativas que de resultados.
Cuando el bolsillo habla, la política tiembla. Ante la pregunta sobre la situación económica personal desde la asunción de Milei, la respuesta fue contundente:
49,7% dice estar peor
8,5% igual de mal
58,2% percibe estancamiento o retroceso
El dato es letal para cualquier proyecto de continuidad. Sin percepción de mejora, no hay épica que resista. La economía se consolida como el principal factor de desgaste presidencial.
El escenario electoral es adverso. Consultados por un eventual segundo mandato:
54,5% no votaría a Milei
38,1% sí lo haría
7,4% no sabe
Incluso con un núcleo duro que sostiene su apoyo aun estando peor económicamente, las cuentas no cierran. La fidelidad ideológica no compensa la pérdida del centro electoral.
La hipótesis del rescate externo se debilita. Donald Trump atraviesa su propio desgaste en Estados Unidos y enfrenta un panorama incierto rumbo a las legislativas de 2026. Sin fortaleza interna, difícilmente pueda operar como “gran elector” en la Argentina otra vez.
El mensaje implícito es incómodo para la Casa Rosada: nadie puede resolver desde afuera lo que no se ordena adentro.
El cierre del año deja conclusiones incómodas para el oficialismo:
La aprobación se estanca
La desaprobación vuelve a crecer
La economía mina la base de apoyo
La reelección hoy aparece lejana
El respaldo internacional ya no empuja
Con 2026 en el horizonte, Javier Milei enfrenta algo más complejo que una mala encuesta: el desafío de convertir promesas en resultados antes de que el desgaste sea irreversible.