El estrés crónico no es solo “estar pasado de rosca”. Cuando se mantiene en el tiempo, deja huellas reales en el cuerpo y aumenta los riesgos cardíacos. El problema siempre fue cómo medirlo bien. Cuestionarios y análisis de cortisol muestran solo una foto del momento, no la película completa.
Ahí entra un avance clave desarrollado por investigadores de la Johns Hopkins University. Usando inteligencia artificial y imágenes de tórax de tomografías computarizadas (CT), lograron identificar un nuevo biomarcador que permite ver el impacto acumulado del estrés en el organismo.

El estudio, liderado por la doctora Elena Ghotbi, analizó tomografías de casi 2.800 adultos de la Multi-Ethnic Study of Atherosclerosis. La IA se enfocó en las glándulas suprarrenales, que son las encargadas de producir cortisol, la hormona del estrés.
Así se creó el Adrenal Volume Index (AVI), un índice que calcula el volumen de estas glándulas de forma automática. ¿Por qué importa esto? Porque un AVI alto se asoció con:
Niveles elevados de cortisol
Aumento de la masa del corazón
Mayor riesgo de insuficiencia cardíaca
Más probabilidades de muerte en un seguimiento de hasta 10 años
Todo eso, sin hacer estudios nuevos ni sumar radiación.
Según explicó Shadpour Demehri, profesor de radiología en la Johns Hopkins University, es la primera vez que se puede “ver” el daño del estrés prolongado usando tomografías comunes. Hasta ahora, el estrés se medía con herramientas subjetivas o marcadores muy variables.
La gran ventaja es que la IA puede analizar estudios que el paciente ya tenía hechos por otros motivos. No hace falta pinchar, preguntar ni repetir pruebas. Solo leer mejor lo que ya está ahí.
La médica María Cecilia Farrario, especialista en imágenes torácicas del Hospital Universitario Austral, explicó que este índice funciona como un “termómetro biológico” del estrés. A diferencia de un mal día o una semana complicada, el AVI refleja meses o años de carga acumulada.
Un valor alto podría servir como alerta temprana para reforzar la prevención: mejorar el sueño, sumar actividad física, trabajar el manejo del estrés y controlar de cerca otros factores de riesgo. Incluso permitiría detectar personas que parecían de riesgo medio, pero que en realidad necesitan más cuidado.
Por ahora, este biomarcador sigue en etapa de investigación. No aparece todavía en los informes médicos de rutina. Pero marca un cambio fuerte: las imágenes médicas ya no solo mostrarían órganos enfermos, sino también el impacto silencioso del estrés crónico en el cuerpo.