Axel Kicillof cerró el año político con una señal fuerte hacia adentro y hacia afuera del peronismo. En Ensenada, ante más de 1.500 dirigentes, lanzó formalmente la construcción nacional del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), un espacio con el que busca proyectarse más allá de la provincia de Buenos Aires y ofrecer una alternativa política “sin sectarismos”. El mensaje fue claro: no se trata de repetir esquemas del pasado, sino de “crear futuro”.

El acto se realizó en el camping del Sindicato de Obras Sanitarias de Buenos Aires (SOSBA) y funcionó como punto de partida de una nueva etapa. Allí, el gobernador definió al MDF como una herramienta para disputar el rumbo del país y dejó en evidencia su decisión de construir poder propio, en un contexto de tensiones crecientes con La Cámpora y el sector que responde a Máximo Kirchner dentro del PJ bonaerense.

“Nacimos para construir una alternativa a este modelo, y este modelo es nacional. Por eso hay que construir una alternativa nacional”, afirmó Kicillof, en un discurso que fue leído como un mensaje directo a la interna peronista. Si bien evitó hablar de candidaturas, el horizonte de 2027 sobrevoló todo el encuentro.

El lanzamiento del MDF no solo apuntó a mostrar volumen político, sino también a consolidar un perfil diferenciado. Kicillof remarcó que no estaba dando inicio a una campaña electoral, sino a una fase “más decidida y potente” de una fuerza política con vocación nacional, capaz de trascender la lógica bonaerense.

En los días previos y posteriores al acto, el gobernador profundizó gestos que refuerzan esa estrategia. Viajó a Formosa para compartir actividades de gestión con Gildo Insfrán y participó de una reunión clave con gobernadores peronistas de perfil opositor duro: Sergio Ziliotto (La Pampa), Ricardo Quintela (La Rioja), Gustavo Melella (Tierra del Fuego) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero), además de legisladores nacionales. El encuentro, realizado en la Casa de La Pampa en la Ciudad de Buenos Aires, dejó un mensaje crítico hacia el ajuste del Gobierno nacional y el trato financiero a las provincias.

Desde el entorno de Kicillof destacaron un dato político: fue el mandatario que menos diputados llevó a la reunión, apenas seis sobre un total cercano a 70. Entre ellos estuvieron Hugo Yasky, Santiago Cafiero, Victoria Tolosa Paz, Jorge Taiana y Juan Marino, una señal de que el gobernador busca priorizar el diálogo entre gobernadores por sobre la lógica parlamentaria.



Otro gesto que reforzó su posicionamiento nacional fue su presencia en Plaza de Mayo junto a la nueva conducción de la CGT, en rechazo a la reforma laboral impulsada por Javier Milei. Kicillof fue el único gobernador en acompañar la movilización, consolidándose como una de las principales referencias opositoras al oficialismo libertario.

Sin embargo, la proyección federal convive con un escenario complejo en la provincia de Buenos Aires. Tras la aprobación del Presupuesto y el endeudamiento provincial —con negociaciones tensas tanto con la oposición como con el kirchnerismo—, se reactivaron disputas de poder en la Legislatura. En el Senado bonaerense, el axelismo enfrenta a La Cámpora y al Frente Renovador por la vicepresidencia primera, mientras que en Diputados persisten conflictos por el manejo de recursos y transferencias internas.

A esto se suma la situación del Partido Justicialista bonaerense, con el mandato de Máximo Kirchner vencido y la posibilidad de una interna si no se alcanza una lista de unidad antes del 15 de marzo. En el entorno del gobernador sostienen que quien conduzca el PJ deberá respaldar sin ambigüedades una eventual candidatura presidencial, una condición que profundiza las tensiones con el camporismo.

En paralelo, también se reordena la oposición. La votación del Presupuesto nacional profundizó la fractura entre el PRO y La Libertad Avanza, con Cristian Ritondo alineado nuevamente con Mauricio Macri y Diego Santilli cada vez más cerca del esquema libertario.