La política argentina no descansa, y mucho menos cuando hay sillas estratégicas en juego. En una sesión que muchos calificaron de "escandalosa", Máximo Kirchner demostró que su capacidad de negociación -daniña- sigue intacta.
El presidente del PJ bonaerense tendió puentes con Martín Menem para definir los nuevos nombres de la Auditoría General de la Nación (AGN), dejando al PRO de Mauricio Macri masticando bronca en el camino.
El parlamentario permitió el desembarco de Rita Mónica Almada (LLA), Pamela Calletti (en representación de los gobernadores del norte) y Juan Ignacio Forlón, el hombre de extrema confianza del cristinismo.
Pero lo que más ruido hizo en los pasillos del Congreso no fue solo la AGN, sino el trasfondo: la sospecha de que este es el primer paso de un "Pacto por la Corte".
Mientras Cristina Kirchner consolida su poder institucional ubicando a la senadora Anabel Fernández Sagasti en el Consejo de la Magistratura, los gobernadores peronistas —encabezados por Axel Kicillof, Sergio Ziliotto y Gildo Insfrán— ven con creciente desconfianza estos movimientos.
En la Casa de La Pampa, el mensaje fue unánime: el kirchnerismo negocia por su cuenta, salteándose a los jefes territoriales que buscan una renovación con autonomía de La Cámpora.
"Los kirchneristas se reparten los lugares entre ellos", masculló un asesor cercano a uno de los mandatarios provinciales. La bronca radica en que, mientras los gobernadores intentan armar una agenda parlamentaria federal, Máximo y Cristina mantienen una interlocución directa con el entorno de Karina Milei.
La jugada maestra podría estar por venir. Con más de 200 juzgados federales vacantes y dos sillas libres en la Corte Suprema, el acuerdo por la AGN se lee como un "gesto de buena voluntad" para destrabar los pliegos judiciales.
La expresidenta, por su parte, ya dejó trascender que la discusión fuerte pasará para marzo, estirando los tiempos de una negociación donde la Procuración General también está sobre la mesa.
En este escenario de tensiones cruzadas, el peronismo bonaerense y nacional se debate entre la obediencia al liderazgo del Patria o la aventura de una ruptura definitiva. Por ahora, el "barro" de la negociación sigue favoreciendo a quienes manejan la lapicera en Buenos Aires.