La reciente implementación de la Boleta Única de Papel (BUP) en las elecciones nacionales fue celebrada por el oficialismo como un hito democrático. El propio presidente Javier Milei emitió un comunicado destacando que la BUP "pone fin a un sistema de votación que imperó en la Argentina decadente de los últimos 100 años", en referencia al tradicional sistema de boleta partidaria.
Esta evaluación positiva, sumada a la reducción de los costos de impresión y la disminución de maniobras de fraude como el robo de boletas en el cuarto oscuro, son los principales argumentos esgrimidos por los impulsores de la reforma a nivel provincial.
Sin embargo, la iniciativa no está exenta de controversia. Sectores opositores y referentes históricos advierten sobre la supuesta ineficacia del cambio para mejorar la calidad democrática. Dirigentes como Jesús Rodríguez, histórico referente radical, citan rankings internacionales de calidad democrática, señalando que los países con mejor desempeño (como Noruega, Finlandia o Uruguay) utilizan el sistema de boleta partidaria, el mismo que la BUP busca reemplazar.
Los promotores de la Boleta Única en la Provincia de Buenos Aires sostienen que el formato unificado —que incluye en una misma papeleta a todos los candidatos y categorías— simplificará la logística electoral en un distrito históricamente complejo. La presión política ahora recae sobre la Legislatura bonaerense, donde se espera que el debate se intensifique a medida que se acerquen los próximos ciclos electorales.