En gran parte del mundo occidental diciembre es sinónimo de una cosa: Navidad.
p>Ni qué decir en América Latina, donde las tradiciones decembrinas se mezclan entre el Santa Claus y el niño Jesús. Entre el arbolito navideño y los dulces típicos de cada país.Pero independientemente del credo o la religión que se profese, Navidad es para nosotros una época para compartir en familia, para agradecer por el año que está terminando, y comenzar a fijar las metas para el año nuevo.
Una época que en algunos países del mundo no se celebra para nada, es más, ni siquiera existe. Algo que puede sonarnos muy extraño pero recordemos lqye a Navidad parte de una celebración profundamente religiosa, el nacimiento de Jesucristo, y en una parte del mundo, el cristianismo es minoría.
Pero hay lugares donde no soólo la celebra de la Navidad es monoritaria, sino que directamente está prohibida y celebrarla de manera pública, e incluso privada en algunos casos, puede llevarte a la cárcel, o algo peor, llevarte a perder la vida.
Este es el caso de estos cinco países, que han probado a través de los años ser lugares muy hostiles para los cristianos y el espíritu navideño.
El país dirigido por la dinastía de los Kim es uno de los lugares del mundo más hostiles para el espíritu navideño, por lo que no es sorpresa que más de un medio estadounidense haya bautizado a Kim Jong Un, el actual dictador norcoreano, como “el Grinch que se robó la Navidad”.
Convengamos que Kim Jong-Un no es la persona más festiva y que en Corea del Norte la única devoción permitida es para el partido y sus principales líderes, la familia Kim. Es tal el aislamiento de esta parte del mundo que la gran mayoría de las personas no han escuchado siquiera de Jesús, mucho menos de la celebración de la Navidad.
Lo que sí conocen es la celebración en honor al cumpleaños de Kim Jong-Suk, la abuela fallecida de Kim Jong Un, que coincide con las festividades navideñas del resto del mundo, el 25 de diciembre.
La Navidad no se ha celebrado abiertamente en Corea del Norte desde que la dinastía Kim comenzó a tomar medidas enérgicas contra las libertades religiosas en 1948 y aunque la constitución norcoreana técnicamente permite la libertad de religión a todos sus ciudadanos, cualquier práctica religiosa o ceremonia festiva espiritual por parte de un individuo o grupo de personas corre el riesgo de encarcelamiento o de sanciones más drásticas.
Según la CIA, las actividades religiosas autónomas son ahora “casi inexistentes” en Corea del Norte, y los grupos religiosos patrocinados por el gobierno existen sólo para “proporcionar la ilusión de libertad religiosa”.
Pero aunque hay amenaza de prisión, tortura o desaparecimiento, algunas pequeñas comunidades cristianas que sobreviven en Corea del Norte, se rebelan y celebran sus fiestas de manera clandestina.
De acuerdo con la ONG, Open Doors, estos grupos se reúnen en “áreas remotas”
Open Doors, un perro guardián de la persecución, dijo que los grupos desafiantes se reúnen para celebrar la Navidad, pero solo en “áreas remotas”.
Un portavoz de esta organización le dijo a Express.co.uk que dichas celebraciones se llevaban a cabo sólo si toda la familia se había vuelto al Cristianismo, una fe que mantienen oculta a sus vecinos por temor a represalias.
“A veces es posible celebrar una reunión en áreas remotas con un grupo de 10 a 20 personas. Muy ocasionalmente, es posible que los cristianos vayan discretamente a las montañas y celebren un ‘servicio’ en un lugar secreto. Entonces podría haber hasta 60 o 70 norcoreanos reunidos”, dijo el portavoz de Open Doors.
“No puedes decir que eres cristiano. Si lo hace, lo enviarán a un campo de prisioneros”, contó un sobreviviente al régimen de los Kim a The Insider años después de escapar de Corea del Norte.
“Escuché sobre una familia que creía en Dios y la policía secreta los atrapó. Ahora están todos muertos, incluso los niños, uno de diez y un niño de siete”, agregó.
Tanta es la animadversión de Corea del Norte con las fiestas navideñas que calificó de “guerra psicológica” el árbol de Navidad que Corea del Sur construyó cerca de la frontera con su vecino en disputa.
La torre, que estaba a unas dos millas de la frontera y se solía iluminar para Navidad pero en 2014 Corea del Norte amenazó con derribarlo pues afirmaba que era visible por los norcoreanos que vivían en las ciudades cercanas, algo inadmisible.
Somalia es una nación ubicada en el extremo oriental de África cuya población es fundamentalmente musulmana. Por años sus conflictos internos la han hecho un país socialmente inestable, forzando a muchos de sus habitantes a escapar a otros lugares de África, Asía y Europa.
Esto ha hecho que al país entren tradiciones occidentales, pues cuando estas familias vuelven, traen consigo costumbres que aprendieron en los lugares donde estaban refugiados.
Esta occidentalización es algo indeseable para las autoridades somalíes, quienes adoptaron la Sharia (ley musulmana) en 2009 como religión del Estado y en 2015 determinaron que cualquier celebración o evento por fuera de esta estaba prohibido en el país.
“Todos los eventos relacionados con las celebraciones de Navidad y Año Nuevo son contrarios a la cultura islámica, lo que podría dañar la fe de la comunidad musulmana”, dijo Mohamed Khayrow, jeque de Somalia, en 2015.
“Que los musulmanes celebren la Navidad en Somalia no es lo correcto, esas cosas son similares al abandono”, dijo entonces Mohamed Kheyrow, un alto funcionario del Ministerio de Justicia y Asuntos Religiosos de Somalia, según los medios locales.
Desde entonces las agencias de seguridad del Estado tienen la orden de mantenerse alerta para detener cualquier reunión, en especial si en ella participan somalíes.
A los extranjeros se les permite reunirse en sus propios hogares, pero no en los hoteles o sitios públicos, los cuales tienen prohibido marcar el día.
Otra amenaza para los cristianos que celebran Navidad en Somalia es el grupo extremista Al-Shabab, el cual cada año lanza advertencias a la población de que un festejo del nacimiento del niño Jesús puede provocar ataques.
De acuerdo con la cadena Al Jazeera esta persecución religiosa ha hecho que las comunidades cristianas que vivían en Somalia hayan emigrado del país, haciendo que la población cristiana actual sea muy pequeña.
Esta pequeña nación ubicada en la Isla de Borneo, es famosa por sus playas, la diversidad de su bosque pluvial, la imponente mezquita de Jame’Asr Hassanil ubicada en su capital, con sus 29 cúpulas doradas y el enorme palacio Istana Nurul Iman, residencia del sultán.
Pero también por ser un lugar hostil para los cristianos.
Desde 2014, las autoridades del Estado han impuesto una prohibición contra la Navidad que castiga hasta con cinco años de prisión a las personas que celebren la festividad cristiana en el territorio de Brunéi.
“Usar símbolos religiosos como cruces, encender velas, poner árboles de Navidad, cantar pistas religiosas, enviar felicitaciones navideñas está en contra de la fe islámica”, precisaron los gobernantes, en 2015, citados por la cadena ‘Aljazeera’.
Según estas restricciones, si un musulmán se viste igual o similar a Papá Noel, está incurriendo en un delito que puede llevarlo a la carcel.
Pero la prohibición no solo es para los musulmanes, sino que aplica para todos los residentes en el país, incluyendo los extranjeros, que suelen viajar con sus familias fuera de Brunéi cuando se acerca esta época del año.
Cualquier infracción puede resultar en penas de cárcel de hasta cinco años y multas de hasta 20.000 dólares estadounidenses, o ambas. También se puede imponer la pena de muerte por infracciones de la ley islámica.
Otro país musulmán que tiene estrictas normas sobre la Navidad es Tayikistán, ubicado en Asia central y limítrofe con Afganistán, Uzbekistán, Kirguistán y China.
Tiene una población estimada de 8 millones de habitantes, la gran mayoría de ellos de credo musulmán.
Pese a que su gobierno se define como “laico”, la verdad es que desde su separación de la Unión Soviética en 1991 el país ha estado dirigido por Emomali Rahmon, un autoritario líder musulmán que se ha reelegido en 1999, 2006, 2013 y la última en 2020.
Rahmon ha prohibido en el país todas las festividades que tengan que ver con Navidad, Año Nuevo, así como cumpleaños y bodas por fuera del islam.
El endurecimiento de las legislaciones en contra de credos distintos se intensificó a partir de 2011, cuando un hombre vestido de Padre Frost, la versión rusa de Papá Noel, fue asesinado en la capital, Dushanbe.
Según reportaron medios como The Guardian, la familia de la víctima afirmó que las autoridades policiales estaban detrás de su homicidio. Sin embargo, el caso fue atribuido oficialmente a una riña de borrachos.
Para entonces la hostilidad contra cualquier representación de la Navidad por parte de la policía era usual en el país. Pero en 2013, el gobierno subió la apuesta prohibiendo de pleno cualquier representación del Padre Frost que apareciera en las pantallas de televisión nacional.
Para 2015, el Ministerio de educación expidió un decreto para las fechas decembrinas de ese año que restringió completamente “el uso de fuegos artificiales, comidas festivas, obsequios, recaudación de dinero y la instalación de un árbol de Navidad vivo (madera talada) o artificial” en escuelas y universidades.
La medida se ha extendido más allá del ámbito educativo.
En uno de los países más grandes y superpoblados del mundo celebrar la Navidad tal cual la conocemos en latinoamérica es una ofensa a las tradiciones ancestrales, una que puede ser castigada incluso con detenciones y multas.
A partir de 2018, las autoridades chinas ordenaron que sus ciudadanos deben promover la cultura y las tradiciones chinas, no las celebraciones occidentales como la Navidad.
En algunas ciudades, como Langfang, se vetan a los comercios que ofrecen artículos navideños y a las personas que saludan a los cristianos que festejan el nacimiento de Jesús.
“Guiar y educar al círculo religioso (…) y a los seguidores con los valores fundamentales socialistas”, dijo Xi Jinping, presidente de la República Popular China, en declaraciones citadas por la cadena ‘NPR’.
Según organizaciones como “Rfa” la persecución del Partido Comunista, poder político absoluto de China, contra las comunidades e iglesias cristianas es algo de vieja data que se ha incrementado con los años, al punto que sus pastores sólo convocan reuniones pequeñas, muy privadas, y a veces clandestinas, para evitar sanciones o castigos más drásticos.
“Tenemos miedo de reunirnos en público [porque tales reuniones] han sido designadas como reuniones ilegales”, dijo un pastor de Shandong que solo dio el nombre de John a la “Rfa” en 2019.
“No podemos hacer Navidad este año; no podemos tener ninguna actividad en Navidad”, agregó.
“Celebramos la Navidad en pequeñas reuniones, reuniéndonos temprano y en secreto”, afirmó otro.
Los estrictos controles del Partido Comunista sobre cualquier forma de práctica religiosa son promovidos por el actual primer ministro Xi Jinping, quien considera las religiones como “opio espiritual”.
Sin embargo, China alberga a unos 68 millones de protestantes, de los cuales 23 millones adoran en iglesias afiliadas al Estado, y unos nueve millones de católicos, 5,7 millones de los cuales están en organizaciones patrocinadas por el Estado.
La administración del presidente Xi Jinping considera al cristianismo como una importación extranjera peligrosa, y los funcionarios advierten contra la “infiltración de fuerzas hostiles occidentales” en forma de religión.
Uno de los países musulmanes más importantes de Asia Occidental tiene una particular historia con las festividades de Navidad, y en general con la cultura occidental.
Por años, el país árabe ha permanecido ajeno a la influencia de occidente, rechazando gran parte de esta cultura y estableciendo prohibiciones para evitar que su población se contagia con ella.
La Navidad fue una de esas prohibiciones. Para 2015, por ejemplo, el jeque Mohammed Al-Oraifi ordenó a los musulmanes abstenerse de saludar a los cristianos en las vísperas del evento religioso.
“Si celebra el nacimiento del hijo de Dios y lo saluda significa que respalda su fe”, afirmó en el diario local ‘Arab News’.
Y respaldar su fe, una fe diferente al islam, es ir contra la sharia, algo gravemente castigable.
De acuerdo con la prensa internacional, a causa de esta prohibición el Comité Saudí para la Promoción de la Virtud y de la Prevención del Vicio tenía órdenes de buscar y capturar a todo aquel que decore su hogar con símbolos navideños, llevando la prohibición al ámbito privado.
Claramente, también estaba prohibida cualquier celebración pública. Incumplir la norma te podría llevar a la cárcel.
Pero desde 2016 el país ha entrado en transición. Liberalizando cada vez más las normas sociales y permitiendo a las familias cristianas que viven en el país celebrar sus fiestas en privado, e incluso comprar adornos navideños en las tiendas de Riad, la capital.
Esta nueva “temporada de tolerancia religiosa”, como la calificó el medio Arab News, hizo que el año pasado fuera la celebración más tranquila para los cristianos en toda la historia de Arabia Saudita.
Parece que quedaron atrás las prohibiciones del pasado.