Hace poco más de una semana, Paola González sufrió dos paros cardiorrespiratorios mientras paseaba con su mamá y su hijo por el centro platense y la historia hubiera terminado en tragedia, de no ser por la intervención de la agente Luciana Ferreira, que había aprendido maniobras de Resucitación Cardio Pulmonar (RCP) meses atrás, y le salvó la vida.
Luciana es agente de la policía motorizada departamental de La Plata, tiene 34 años, es policía desde 2012 y el viernes 17 de diciembre llegó lo más rápido que pudo al lugar de los hechos, cuando recibió el pedido de ayuda por la radio.
Ese día, el centro platense estaba revuelto debido a la concurrida "Noche de los descuentos" y Paola, profesora de inglés de la Escuela Secundaria N° 8, fue hasta el centro con Carolina, su madre, y sus hijos: Mailén de 26 años y Mateo de 12. Estacionaron el auto en 48 entre 8 y 9. Paola camino dos cuadras y se sintió descompuesta, se lo hizo saber a su madre y señaló un dolor de estómago. En un segundo, se desvaneció, golpeó el suelo de rodillas y finalmente cayó con el costado de su cuerpo en el piso y comenzó a convulsionar.
Lo que en realidad sucedió, es que Paola sufrió dos paros cardiorrespiratorios consecutivos. Mateo llamó a su padre, Juan Pablo Desiderio, que salió rápido de su trabajo y un espectador en la escena dio aviso al 911. Pasaron algunos minutos y ni Juan Pablo ni la ambulancia llegaban a destino: el centro platense era un caos. El tiempo corría para Paola, su corazón se había detenido y tenía la cara llena de sangre porque había mordido los dedos de un comerciante que intentó evitar que se tragara la lengua.
Luciana y su compañera Estefanía Pozzi respondieron al llamado radial sobre una emergencia en pleno centro. Estaban cerca y fueron en moto. "Cuando me acerco, la encuentro tendida en el piso con un montón de gente alrededor. La tenían de costado. Llego y la doy vuelta automáticamente. Constaté que no tenía pulso y que no respiraba. Sabía lo que tenía que hacer. Me acomodé, me puse frente a ella y arranqué a hacer la reanimación con colaboración de Guillermina, una vecina que pasaba por el lugar y que la reconoció", contó Luciana a Infobae.
"Lo que realmente me interesaba a mí era que ese corazón no dejara de irrigar sangre. Por eso me aboqué a realizarle un masaje continuo", relató la agente. Entre las oficiales se intercalaron la tarea sin frenar el ritmo.
Entonces el esposo de Paola finalmente llegó a la escena y se encontró con un panorama devastador: "Ella tirada en el piso con toda la cara ensangrentada porque cuando le agarró la convulsión, le mordió el dedo a un hombre que le quería agarrar la lengua para que no se la tragara. Yo quería entrar y la policía no me dejaba. Entré a los empujones y a las piñas para ir con mi hijo, porque no podía hacer nada más que estar con él. Me puse a un costado y lo abracé. Lo tranquilizaba. Son momentos que jamás creí que iba a pasar", recordó.
A las 11.30, llegó la ambulancia, le colocaron un desfibrilador y la derivaron de urgencia al Hospital San Martín, antes de ser internada de manera definitiva en el Instituto Médico Platense, donde ahora se recupera. En el centro de salud, el esposo y la madre de Paola se acercaron a Luciana y le agradecieron su heroico gesto: "Me dijeron lo que le transmitieron los médicos, que estaba viva gracias a mí".
"Aparentemente no le quedó ninguna secuela neurológica. Está consciente, está comiendo bien, habla y habla bien, tiene movimientos en el cuerpo, quiere caminar. Las chicas que nunca pararon de hacerle reanimación fue lo que la salvó", contó Juan Pablo agradecido y agregó: "Le estoy agradecido de por vida. No sé qué más decirle, ni qué darle. Es una cosa increíble lo que pasó. Mi esposa volvió de la muerte gracias a ella. Es un ángel, un ángel azul".
"Paola se puso a llorar cuando me vio. Lo único que decía era gracias. No paraba de decirme gracias, gracias, gracias. Como se lo dije a los familiares, a toda persona que se acercó para decirme gracias, yo les respondí que no hay nada que agradecer, que es parte de mi trabajo. Estoy orgullosa por haberme anotado en esa capacitación y por la valentía de haberla asistido", contó Ferreira sobre el encuentro que tuvo con la mujer a la que le salvó la vida.
Increíblemente fue una tragedia personal la que terminó ayudando a Luciana a salvar la vida de Paola. Su primo murió en 2020 por un paro cardiorrespiratorio en Arturo Seguí y nadie supo practicarle RCP. Ella quiso evitar otras muertes como aquella y se anotó en un curso de asistente pre hospitalario.
El valeroso accionar de la agente le significó un reconocimiento de la Fuerza. El hijo y la mamá de Paola estuvieron presentes. "El nene cuando vio que me entregaron el diploma vino corriendo a abrazarme, a decirme gracias, junto a la mamá de la chica me trajeron un ramo de flores y un reconocimiento que dice 'eternamente gracias'", cerró la policía cuyos conocimientos volvieron a demostrar, una vez más, cuánto puede ayudar el RCP.