Los casi 140.000 contagiados de coronavirus el 14 de enero pasado marcaron un récord absoluto de casos desde que comenzó la pandemia. A partir de entonces, los nuevos enfermos diarios comenzaron a decaer para dejar atrás el peor momento cuando el colapso sanitario en la atención temprana y los centros de testeos eran una amenaza. Los fallecidos, en cambio, hicieron un camino inverso, con un crecimiento constante y preocupante, aunque con cifras bastante alejadas de los promedios registrados durante el segundo gran rebrote, el año pasado.
En esta tercera ola, el número de contagiados por jornada perdió importancia y el impacto sanitario se mide hoy por la cantidad de muertos, la ocupación de las camas de terapia intensiva y el uso de la asistencia respiratoria. En este contexto, ¿quiénes son los muertos de esta tercera ola que avanzó con características diferentes a las anteriores, sobre todo, por el alcance de la campaña de vacunación?
A pesar de que tres de cada diez argentinos ya cuentan con tres dosis aplicadas contra el COVID-19, una de las características de la tercera ola fueron las personas que no completaron los esquemas, por lo general pacientes jóvenes y adultos, que se convirtieron en propagadores de la enfermedad, aunque no los únicos. Y aunque en las unidades de terapia intensiva (UTIS) de todo el país al menos la mitad de la ocupación para COVID-19 es con personas no vacunadas o con esquemas incompletos, los mayores riesgos se concentran en otros grupos de la población.
Según la información brindada por La Nación sobre la base de los registros oficiales del Ministerio de Salud de la Nación, la mayor cantidad de fallecidos de la tercera ola tiene entre 80 y 89 años, con un 29% del total de los decesos producidos hasta aquí. La década anterior, entre 70 y 79 años, se ubica en segundo lugar, con 27,27%, mientras que el grupo de 60 a 69 años, el 15,26%, en tercero. Estas tres franjas son las que tuvieron, a lo largo de la pandemia, la mayor incidencia de fallecidos en las 122.439 víctimas registradas hasta este sábado 5 de febrero.
En la primera ola, que se produjo entre el 31 de mayo y el 5 de diciembre de 2020 (como fechas estimativas), el 27,5% de fallecidos tenían entre 70 y 79 años mientras que el 25,3% estaba entre los 80 y 89. Ese brote, cuando aún no había vacunas específicas, fue el más letal en relación con la cantidad de fallecidos y de infectados, con una víctima cada 32 contagiados y 42.304 en total en ese período (1.344.911 infectados), con un promedio de edad en los fallecidos de 74 años.
La segunda ola, entre el 7 de marzo y el 7 de agosto de 2021 (también como fechas aproximadas), la edad media de las víctimas bajó a los 68 años, con un muerto cada 48 contagios y 54.940 decesos en total. El grupo de mayor prevalencia fue el de entre 70 y 79 años, con 24,84%. Mientras que la tercera, a partir del 12 de diciembre hasta el 22 de enero, la edad promedio de las víctimas volvió a ser de 74 años aunque se registró un muerto cada 808 contagios. Por la demora en la carga de datos de distintas jurisdicciones a la base del Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino (Siisa), se toman las cifras hasta el 22 de enero por la alta probabilidad de consignar registros incompletos, es decir, sin ingresar en la base nacional en los últimos 15 días.
"Los adultos mayores mueren con COVID, pero no por COVID, porque casi todos tienen comorbilidades. El coronavirus puede ser el acompañante a una asociación de enfermedades graves de base y un acelerador de un cuadro grave que provoque el fallecimiento", analizó el infectólogo Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Los ancianos fueron considerados entre los grupos de riesgo y prioritarios para recibir las vacunas desde que llegaron a la Argentina y cuando comenzaron a aplicarse las dosis de refuerzo. Sin embargo, López estima que hay “entre un 5% y 8% de mayores de 80 años” que no pudieron acceder a esa tercera por diferentes razones. “A eso hay que sumarle que los adultos mayores no responden con la misma capacidad de anticuerpos que los adultos y los adolescentes. Se llama inmunosenescencia, la menor capacidad de responder a la vacuna con anticuerpos. La muerte es multicausal: la enfermedad de base, la capacidad de responder con anticuerpos y que no todas están vacunadas”, agregó.
De acuerdo con los valores históricos de la pandemia, los mayores de 60 años fueron los más vulnerables. En el primer gran brote concentraron el 85% de los muertos; en el segundo, el 72,17% (hubo un crecimiento de la franja 50 a 59 con el 15,91%); y en la actualidad también ronda el 85%. "Vuelve a ser como al principio de la pandemia: el paciente con mayor riesgo es el anciano frágil o personas con enfermedades inmunológicas o comorbilidades severas", detalló el doctor Luis Camera, secretario de la Sociedad Argentina de Medicina, a La Nación.
p>Para el infectólogo Ricardo Teijeiro, integrante de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), "hay una diferencia enorme con las olas anteriores", respecto a la situación actual, cuando los hospitales estaban llenos de pacientes de todas las edades con neumonías bilaterales. "Hoy en las terapias intensivas la gran mayoría de los internados con complicaciones son personas que tienen persistencia, vulnerables por otra enfermedad y en la gran mayoría con la vacunación incompleta. Son adultos añosos y personas vulnerables a medida que avanza en la edad se presentan más complicaciones por la preexistencia de otras patologías", sostuvo el experto.La segunda ola que tuvimos bajó el promedio de edad de los muertos porque por la característica del virus, con una reacción inflamatoria más grave, provocó mayor daño en personas jóvenes. No se debió a la variante delta que no se pudo expresar mucho porque ómicron lo tapó, cuando empezamos a tener el brote de delta hubo otra variante que la desplazó
En esta semana, la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) presentó el último informe, que analizó el período correspondiente entre el 13 de diciembre de 2021 y el 25 de enero pasado, en el que los pacientes con coronavirus en terapia intensiva pasaron de representar el 4% de los internados en esos servicios al 34% y la ocupación total trepó del 68% al 85%.
La muestra se realizó 131 UTIS de todo el país con una disponibilidad de 3.000 camas por lo que es parcial, ya que no toma en cuenta la totalidad de las camas disponibles, unas 13.000 en total, informadas por el Ministerio de Salud de la Nación que marcó una ocupación promedio cercana al 50% para todas las patologías. Según SATI, del total de los pacientes, el 52% tenía el esquema de vacunación incompleto o no contaba con ninguna dosis.
"Notamos que las muertes son en pacientes sin esquema completo y con comorbilidades como diabetes, hipertensión, enfermedad pulmonar crónica, pacientes con inmunodepesión, obesos, trasplantados, entre otras patologías. Hoy los grupos de riesgo son aquellos que no tienen el esquema completo de vacunación o ninguna dosis, y con comorbilidades", apuntó la médica intensivista y vicepresidente de la SATI, Cristina Orlandi. Fuente: 0221.com.ar