Un representante es el que se presenta “en nuestro lugar”. Ese que, aún en nuestra ausencia, hace escuchar nuestra voz y defiende nuestros intereses. Desde la formalidad, lo habilita el haber sido elegido para eso. En la realidad, puede hacerlo porque conoce nuestros problemas, sabe qué necesitamos y entiende qué nos importa y hacia dónde queremos ir. Es uno de los nuestros.
p>O era. En algún momento dejó de vivir entre nosotros y empezó a visitarnos con fotógrafo y comitiva. Dejó de subir en la misma estación y pasó a sortear manifestaciones en helicóptero. Dejó de participar en las reuniones de cooperadora para solo venir a cortar cintas.Y ya no es la grieta, es un abismo el que lo separa de nosotros, sus representados. Su agenda dejó de ser la nuestra. Lo único que lo desvela ahora es seguir gozando las mieles del poder: ingresos asegurados a fin de mes y muy por encima del promedio, una jubilación desproporcionada, impunidad, privilegios. Prebendas sostenidas desde hace tiempo a expensas de la miseria del pueblo.
Lejos, muy lejos, quedó de la Pyme y del pequeño comerciante que sobrevive a los golpes, del inquilino que ya ni sueña con la casa propia, del emprendedor que se endeudó para pagar quincenas, del asalariado por debajo de la línea de pobreza, del paciente que espera meses por un turno o para realizar un estudio que viene postergando desde hace un año, del contribuyente al que se esquilma y abandona, del desocupado que se la rebusca, del consumidor sobreendeudado que mira precios y hace cuentas para no gastar de más.
La distancia entre oficialismos y oposiciones se reduce a la nada si se la compara con la que existe entre todos ellos y nosotros, la gente de a pie. La grieta se transforma en un chiste de mal gusto del que solo se ríen, cómplices, sus protagonistas. Se nos ríen. Una puesta en escena para las cámaras y una usina de memes para las redes sociales. El negocio de una clase política que, distanciada del afuera, solo recorre pasillos palaciegos.
Funcionarios opuestos a sus funciones y oposiciones funcionales a ellos, demasiado ocupados en peleas judiciales de reality show. Tuvieron que recurrir a otro Poder del Estado para que solucione lo que ellos - por su incapacidad de gestión– no pudieron dar a un Pueblo que les reclama concensos políticos de mediano y largo plazo. Comparten la responsabilidad por el fracaso sanitario, económico, social y, habiendo fallado en generar conciencia y empoderar a la población, solo aportan distracción con discusiones mediáticas superficiales.
Acá, del otro lado del abismo, en el mundo real, en la calle, las preocupaciones son otras. ¿Cómo salimos de esta? ¿Cómo generamos más recursos? ¿Cómo detenemos la caída? ¿Cómo reactivamos y damos empleo? ¿Cómo sobrevivimos? Organizados, comprometidos, ante la falta de respuesta de las autoridades, distintos sectores se activan para aportar soluciones desde sus propios espacios en la sociedad. Gente trabajando en medidas posibles.
Es el Colegio de Corredores Inmobiliarios el que propone, para poner en movimiento la ciudad y revertir la caída en la actividad comercial, eximir de Ingresos Brutos y ABL a los locales que se alquilen, esos que hoy, cada vez en mayor número, permanecen vacíos. O revisar el código de planeamiento urbano, a fin de permitir la reconversión de algunos edificios a usos más acordes a la demanda actual.
Es la Unión de Emprendedores de la Argentina, a través de su presidente Rodolfo Llanos, la que impulsa un proyecto de ley de reactivación económica y laboral para regularizar empleos, generar nuevos puestos de trabajo, promover emprendimientos productivos y recuperar esos otros que requieran ayuda e incentivos, mediante la implementación de líneas de crédito a tasas reducidas, programas de formación profesional y beneficios impositivos.
Son las asociaciones de consumidores, a través de Adelco y Cruzada Cívica, las que se unen para trabajar en una ley de endeudamiento que permita a las familias –muy perjudicadas financieramente en sus relaciones de consumo durante la extensa cuarentena– renegociar con sus acreedores en una misma mesa plazos, tasas y montos para cumplir con las obligaciones contraídas.
Gente pensando respuestas. Respuestas para las pymes, los trabajadores, los jóvenes. Para esa clase media tan característica, motor de la economía, que fuera motivo de orgullo de nuestro país; tan maltratada desde hace años, a la que ni Cristina ni Mauricio ni Alberto han sabido contener ni defender. A la que la dirigencia actual, desde hace rato, ya no representa. Fuentes: primerapagina.medios.digital y perfil.com