El 10 de mayo de 2005 un diario argentino ponía como nota accesoria de tapa un título que decía: “Amigos eran los amigos”, y se agregaba en el recuadro: “La grave pelea personal de los dos referentes preocupa a todo River”. En la imagen, dos de los nombres clave del plantel Millonario que entonces dirigía Leonardo Astrada: Horacio Ameli y Eduardo Tuzzio.
p>Se cumplen ya 16 años de aquel episodio que aún conmociona y que golpeó fuertemente la vida de ambos protagonistas. En uno de los casos, el del Coco Ameli, al punto de retirarse y volverse desde entonces y hasta hoy un personaje casi inhallable. En el caso de Tuzzio, si bien siguió jugando y el fútbol le dio un resarcimiento emocional con aquel penal consagratorio con Independiente en la Sudamericana 2010, se exilió en España apenas ocurrió todo y aunque tras un tiempo volvió al país, tras su retiro en 2013 tampoco se supo de él. Toda Pasión reconstruyó la historia pero sobre todo el presente de aquellos viejos amigos que nunca más volvieron a hablarse.La historia, lo que ocurrió y cómo pasó, es conocida pero vale refrescarla. Horacio Andrés Ameli y Eduardo Nicolás Tuzzio habían sido compañeros en San Lorenzo y lo eran por entonces en River. Líderes natos, habían forjado, además de una destacada dupla central, una amistad que superaba los márgenes del fútbol.
En una visita con el programa Mar de Fondo que se emitía por TyC Sports (año 2000), Tuzzio fue consultado por el entonces conductor de ese programa, Alejandro Fantino: “¿Has encontrado un gran compañero allí atrás?”, a lo que contestó: “Sí, aparte un amigo”.
De un día para el otro, allá por mayo de 2005, el clima interno del plantel Millonario, que atravesaba un gran momento deportivo, pasó del entusiasmo y la ilusión al máximo grado de ebullición cuando se supo que Coco Ameli había mantenido un affaire con la esposa de Tuzzio.
Y se recuerda el 10 de mayo como la fecha del escándalo luego de que en el entrenamiento, a sabiendas de que algo no andaba bien en la vida de Tuzzio desde hacía un tiempo, el entrenador Leonardo Astrada reunió al plantel y le dio la palabra al exdefensor para que este le agradeciera a sus compañeros por el respaldo ante la situación personal que vivía pero que hasta el momento no se había develado. Allí, de frente al plantel, cambió reconocimiento por escándalo:
“Les quiero contar a todos lo que hizo este hijo de mil putas que decía ser mi amigo… El malparido se está acostando con mi mujer hace dos meses...”, lanzó.
Cuando el drama se hizo público a través de la prensa, los jugadores tuvieron que expresarse públicamente. Habían acordado manifestar que se había tratado de un tema de dinero. “Lo que pasó entre nosotros, yo pensé que iba a quedar entre nosotros pero bueno, hoy tengo que salir a decir la verdad y bueno, la verdad es que bueno, fue un problema de plata”, dijo un titubeante Tuzzio, mientras que Ameli indicó: “Queremos dejar claro que las especulaciones que se hicieron sobre esta situación son erradas, ya Eduardo aclaró que fue un tema económico”.
Hasta ese día River era semifinalista de la Copa Libertadores y lideraba el torneo Clausura. El plantel estaba integrado por nombres como los de Carlos Diogo, Lucho González, Javier Mascherano, Ernesto Farías, Gastón Fernández y Marcelo Gallardo, quien entonces cumplió un rol clave como líder de un grupo que ese día sintió el golpe y, además de evitar que el arquero Franco Constanzo tomará a golpes de puño a Ameli en el vestuario, se quebró deportivamente.
A partir de entonces el equipo perdió ante San Pablo tanto en la ida (0-2) como en la vuelta (2-3) de las semis de la Copa y pasó de liderar el Torneo Clausura a enhebrar seis partidos consecutivos sin ganar (cinco derrotas -una de ellas ante Boca- y un empate entre las fechas 13 y la 18) que lo hundieron hasta la 10° posición, el lugar de la tabla en el que finalizó el campeonato.
El Muñeco fue el portavoz del grupo y le transmitió al cuerpo técnico la medida que había sido tomada en forma unánime y, así, Horacio Ameli fue marginado del grupo hasta el final de ese semestre que ante la debacle deportiva significó el final del ciclo de Astrada como entrenador. Con la llegada del posterior cuerpo técnico que encabezó Reinaldo Mostaza Merlo, Coco tampoco jugó y se vio confinado a los entrenamientos con los juveniles del club, que al final de la temporada lo dio a préstamo a Colón, el club en el que el exdefensor se había iniciado.
“Con Gallardo tenemos una relación de mucho respeto, no de amistad. No tengo por qué hablar con él si en ningún momento hizo declaraciones de que no quería que yo esté en el equipo. No apunto hacia nadie, porque no tengo el dato preciso de la situación”, dijo Ameli sobre el Muñeco, señalado como quien decretó su separación del plantel. Esa, la única vez que habló tras el escándalo, dijo en declaraciones a radio La Red: “Fue un golpe duro. Las cosas se dieron así y me la banco. Me voy, esperando que en algún momento se dé la oportunidad de volver (...) Lo que haya pasado en mi vida privada no lo sabe nadie, porque no lo comenté con ningún técnico o jugador. El que saca conclusiones lo hace escuchando una campana”.
Casi sin minutos de juego en Colón, Coco no tuvo más opción que la del retiro. El fútbol argentino lo etiquetó como un traidor, su nombre pasó a ser mala palabra, los rivales se mofaban (de él y de Tuzzio, frente a quien más de un contrincante aprovechó lo ocurrido como fue el caso de Gonzalo Bergessio en un San Lorenzo-River de 2008) y las hinchadas rivales se hacían un festín. Así, a los 30 años, su carrera en el fútbol terminó. Desde entonces poco, casi nada, se supo de él hasta hoy...
Horacio Andrés Ameli se separó en 2008 de Marcia Alejandra Gutiérrez, quien era su mujer hasta el momento del escándalo, y es hoy un importante empresario del ámbito inmobiliario. Está radicado en Rosario, Santa Fe, de donde es oriundo, pero al menos cuatro veces al año visita Villa Pehuenia, Nequén, donde es propietario de Amarras, un hostería y complejo de cabañas que tal como se indica en su descripción, es “una increíble aldea de montaña sumergida en un entorno natural majestuoso”, al pie del lago Aluminé, que está abrazado por la Cordillera de los Andes.
Coco fue expulsado por el fútbol pero aunque aquello marcó el rumbo de su vida e inoculó en él cierto resentimiento con el ambiente, le dio vida durante un tiempo junto a unos amigos y socios al Santa Fe Fútbol Club, una institución formativa y de esparcimiento que luego se discontinuó para lanzarse al mercado inmobiliario mediante la firma Cash Construcciones S.R.L., creada en sociedad con su exesposa y con domicilio en la calle 1° de Mayo de Rosario.
En Pehuenia, Ameli es una persona valorada y muy reconocida. Carlos Koopmann, el intendente de Zapala, localidad por la que hay que pasar de camino a la Villa, le dijo a Toda Pasión: “Horacio es muy amigable, he compartido con él distintos acontecimientos”. Luego, añadió: “Le ha dado trabajo a mucha gente, construyó la mejor hostería de Villa Pehuenia y para eso contrató a una empresa de acá, Pehuenia Construcciones, con lo cual movilizó muchísimo la zona”.
Horacio Ameli descubrió Villa Pehuenia en una de sus vacaciones durante su última etapa como futbolista. “Se enamoró del lugar y cuando se retiró hizo ese emprendimiento y viene seguido al lugar”. Allí se llevan a cabo tradicionales concursos gourmet y la cocina de Amarras, la hostería del exfutbolista, es una de las más esperadas al momento de la presentación de los platos. La zona ha sido elegida además por otros exjugadores como Pablo Vitamina Sánchez, José María Buljubasich, Juan Antonio Pizzi y Lucas Bernardi, entre otros.
Coco no quiere hablar. Le molesta la prensa y para él, aquella historia que quebró su amistad con Tuzzio, su carrera como futbolista y parte de su vida, es un tema tabú. También lo es para algunos de los futbolistas que formaron parte del plantel cuando ocurrió todo. Uno de ellos, al ser consultado por Toda Pasión, respondió: “No voy a decir nada de ese episodio”.
Fueron pocos los que hablaron. En su momento lo hicieron Astrada, el expresidente de River José María Aguilar (”fue una situación muy perturbadora hacia adentro y de repercusiones incalculables hacia afuera. La infidelidad, escenificada en el principal equipo de la Argentina”, expresó al respecto), el exfutbolista Gastón La Gata Fernández (”nos dijeron que no podíamos decir nada de lo que pasó esa mañana en el club. Yo llegué a mi casa y estuve tres horas con dolor de cabeza porque sabía lo que había pasado y no lo quería transmitir en mi casa. Hasta que empezó a salir en los noticieros, en todos lados”, comentó), Hernán Díaz (”podríamos haber ganado la Copa, pero el fútbol tiene estas cosas. Es claro que nos perjudicó, mucho más en el grupo, porque se llevaban bien”) y la lista se queda allí.
Fue quien quedó como la víctima de esta historia y, aunque contó con el apoyo absoluto del fútbol argentino, quedó tan afectado por lo ocurrido que decidió irse del país. Su destino fue España, precisamente Mallorca. “En ese momento yo sentía que me tenía que ir del país sí o sí, estaba muy mal, necesitaba salir, cambiar de aire. Mirá que dejaba a mis hijos y todo, eh, porque me fui solo, pero era una decisión que debía tomar, no tenía alternativas”, dijo la única vez que habló al respecto en una entrevista con El Gráfico.
Luego volvió a la Argentina para jugar en Independiente, donde validó su categoría como jugador y encontró la revancha que necesitaba al convertir en 2010 el penal decisivo en la Copa Sudamericana ante Goiás que consagró campeón al Rojo. Más tarde fichó por Ferro, club en el que se retiró del fútbol, en 2013.
¿Con Ameli no volviste a hablar? “Nunca más”, dijo el también el exdefensor al ser consultado. ¿Te sorprendió que, salvo unos pocos partidos en Colón, no jugara más al fútbol? Como que el ambiente del fútbol le hizo la cruz. “Es un tema de él, no es un tema mío”, sentenció.
Horacio Ameli rehizo su vida y en Pehuenia se lo ve con su pareja e hijos en actitud amigable (más allá de un episodio que vivió en 2007 en Zapala, donde tomó a golpes de puño a un trabajador de una estación de servicio, hecho por el cual debió pasar unas horas demorado en una comisaría). Tuzzio, por su parte, reconstruyó su vida junto a Carolina, con quien tuvo una hija, además de los dos que había tenido con su pareja anterior, la de la infidelidad con su excompañero y amigo.
La traición de Ameli a Tuzzio fue una bomba que desmoronó a un River que iba por todo y que cambió para siempre la historia de dos vidas. Se sabe que en el ambiente del fútbol, una traición sentimental entre compañeros no se perdona. El Coco pagó con creces, incluso con su carrera. Pudo reinventarse y seguir, pero el deporte que tantas alegrías le dio le cerró las puertas para siempre y él, que nunca tuvo aprecio por la prensa, no se refirió nunca más de manera pública sobre lo ocurrido. Se sabe: es mejor no hablar de ciertas cosas. Fuentes: lamovidaplatense.info y tn.com.ar