La enorme cantidad de billetes que emitió el Gobierno en 2020, puestos uno al lado del otro, alcanza para dar seis vueltas a la Tierra

17-05-2021 - Por Primera Página

Con el 4,1% de inflación informado por el Indec para abril, en el primer cuatrimestre del año los precios minoristas acumularon un aumento del 17,6%, equivalente a una tasa anualizada del 62,6%. Fue una desaceleración respecto del 4,8% de marzo, mes en el que la Argentina logró el curioso récord de una tasa superior a la suma de la que tuvieron los demás países sudamericanos, salvo Venezuela.

p>Consultoras y economistas esperan para mayo una inflación en torno al 3,5%, que se desaceleraría a partir de junio y hacia diciembre -asumiendo que en el segundo semestre, ya sin el aporte de los dólares del campo y la agroindustria y en cuenta regresiva electoral, no haya soponcio cambiario- situaría la tasa anual cerca del 50%, muy por encima del 29% del Presupuesto. Eso por si solo genera la necesidad de la economía de contar con mayor cantidad de billetes en circulación para las transacciones corrientes, aunque es la contrapartida de la pérdida de poder adquisitivo.

La inflación es la variable más determinante para que, por ejemplo, en 2020 la Argentina se situara por segundo año consecutivo en el Top 10 del índice global de miseria (o malestar) a causa de la economía.

Todo eso, pese al cepo cambiario y la política de retrasar el dólar oficial para “anclar” los precios internos, a una parafernalia de acuerdos y controles y a que entre abril de 2019 y el mes pasado estuvieron congeladas las tarifas energéticas en el AMBA, el área más populosa de la Argentina, y antes de la entrada en vigencia, en mayo, de aumentos del 7 y 9% en gas y luz, del 8% del pan y del tercer aumento en el año del precio de los combustibles de YPF.

¿A qué se debe tanta inflación? El kirchnerismo y los voceros del gobierno apuntan a la “maldición” de exportar alimentos, la “inercia”, la “puja distributiva” y los “formadores de precios” y, contra la teoría económica y la opinión mayoritaria de los economistas de que la causa última es un déficit fiscal que, a falta de crédito, se cubre emitiendo dinero, niegan tozudamente el factor monetario. “La inflación es un fenómeno multicausal” se acomodó en el medio el ministro Martín Guzmán, recurriendo a una perogrullada para cubrirse del fuego amigo.

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Hablando en “físico” 

Más allá de las explicaciones monetarias, la dimensión física que adquirió la emisión de billetes es asombrosa. En base a datos del BCRA, el economista Nicolás Gadano, ex gerente general de la entidad, precisó que el año pasado la circulación monetaria aumentó 66%, de 1,15 a 1,9 billones (un billón es un millón de millones) de pesos. El Central cubrió ese incremento de $750.000 millones, precisó, “con un aumento neto de 1.523 millones de billetes en circulación, un incremento similar al de 2015 y superior a la capacidad productiva de la Casa de la Moneda” (al lunes 10 de mayo pasado, la circulación había caído levemente, a $1,83 billones).

Gadano precisó que el año pasado se sumaron 705 millones de billetes de $100, 553 millones de $1.000 y 197 millones de $500 (amén de 68 millones de billetes de otras denominaciones). De ese modo, “luego de dos años de caída en el total de billetes (por el retiro de billetes deteriorados de $100), en 2020 cambió la tendencia, para llegar a un récord de 6.959 millones de billetes”.

En 2020 se llegó al récord de 6.959 millones de billetes en circulación, los cuales puestos en fila formarían una tira suficiente para dar más de 27 vueltas alrededor del planeta.

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Son cifras asombrosas. Los 1.523 millones de billetes con que se cubrió el aumento de circulación en 2020 (y que no incluyen los billetes emitidos para reemplazar los que, por su mal estado, se retiran de circulación) pegados longitudinalmente formarían una tira de más de 236.000 kilómetros, suficiente para dar seis vueltas alrededor de la tierra.

Peor aún, si se toma el total de 6.959 millones de billetes en circulación, el mismo procedimiento arrojaría una tira de 1.070.000 kilómetros de longitud, distancia que cubre un ida y vuelta a la luna y deja una yapa de más de 240.000 kilómetros, suficientes para dar ….¡seis vueltas alrededor de la tierra!

Desquicio 

Este desquicio se debe en cierta medida a la negativa del Gobierno a emitir billetes de mayor denominación (dos modelos de $5.000 llegaron a aprobarse, pero se dejaron de lado por objeciones de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner). La denominación media de los billetes puestos en circulación en 2020 fue de $492 y el costo total de emisión de USD 135 millones. Si, en un supuesto extremo, el mismo aumento de circulante se hubiera cubierto con billetes de $5.000, se habrían ahorrado más de USD 100 millones solo en concepto de emisión, dijo Gadano, quien contó a Infobae otros costos: transporte, llenado y reposición frecuente de cajeros y demás desafíos logísticos de la operatoria bancaria, cuyo costo los bancos trasladan a los clientes.

“Los únicos que ganan con esto son las transportadoras de caudales”, explicó Gadano, aunque la profusión de papel pintado, que casi duplicó la capacidad de producción de la Casa de la Moneda, estimada en unos 800 millones de billetes al año, tuvo también otros ganadores, como la Casa de la Moneda de Brasil y la Casa de Moneda y Timbre de España, de donde se importaron billetes a un costo de más de USD 41 millones.

El presupuesto 2021 del BCRA prevé gastos por $33.700 millones, 153% más que el presupuesto 2019. La principal diferencia son los gastos de emisión, que a valores constantes el año pasado crecieron 86 por ciento
Incluso la impresión de billetes dentro de la Argentina implica uso de divisas: el papel y los hilos de seguridad, se importa de Suecia, Alemania, Brasil, España o China y las tintas de Alemania y Suiza. El proceso de emisión de un billete, desde su diseño hasta su lanzamiento, lleva normalmente unos 12 meses y la vida útil de los de más baja denominación (que se supone son los más usados) se calcula en un máximo de 60 meses, aunque en la Argentina todavía hay billetes de 120 meses circulando entre la población.

Gadano precisó además que el presupuesto 2021 del BCRA prevé gastos por $33.700 millones, 153% más que el presupuesto 2019 y que la principal diferencia son los gastos de emisión, que a valores constantes el año pasado crecieron 86 por ciento.

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Una fuente del BCRA dijo a Infobae que “la decisión sobre la familia de billetes no se toma en función del costo de impresión. De ser así, durante la anterior gestión no deberían haber cambiado los billetes por nuevos diseños, cuando había existencia de la última partida”.

El desorden del “cono monetario” (así llaman los especialistas a la estructura de cantidad y valor de billetes emitidos) argentino viene de largo, aunque se acentuó en los últimos años. El país ostenta un récord de 17 billetes diferentes en circulación: una cifra que sólo superan Zimbabwe y Tanzania, dijo a Infobae Augusto Ardiles, quien fue director de la Casa de la Moneda durante el gobierno de Macri.

El país ostenta un récord de 17 billetes diferentes en circulación: una cifra que sólo superan Zimbabwe y Tanzania (Ardiles)
Zimbabwe y Tanzania pasaron en la última década por episodios de hiperinflación. En Sudamérica, ni Venezuela tiene tantos billetes distintos en circulación, aunque el régimen de Nicolás Maduro emitió a fines de marzo un billete de un millón de bolívares. Perú, por caso, tiene sólo 5 billetes en circulación.

Los 17 billetes vigentes en la Argentina incluyen 2 series de $10 (ambas con distintas imágenes de Belgrano, la más vieja data de 1998, la más nueva exhibe una imagen algo ridícula del creador de la bandera) 2 series de $20 (una con la imagen de Rosas y otra, la primera de la serie “animales autóctonos”, del Guanaco) y 3 series de $50 (Sarmiento, Islas Malvinas, Cóndor Andino).

Al llegar a los de $100, la cuestión se complejiza. Hay 3 series con la imagen de Roca, de las cuales 2 (las series S y T) fueron impresas de apuro en Brasil, como delata un detalle: los números aparecen en el margen superior derecho con distinta tipografía y en la parte izquierda se despliegan en forma vertical en vez de horizontal. Además, hay 3 series con la imagen de Eva Perón y una séptima con la de la Taruca, un mamífero de alturas del noroeste argentino.

La pirámide de billetes se completa con el muy poco aceptado billete de $200 (Ballena Franca Austral), el de $500 (yaguareté) y el de $1.000 (hornero). Así, el billete de mayor denominación vale unos USD 6,70, cifra que -dice Gadano- en el mundo equivale a una denominación entre media y baja.

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Inclusión digital 

Desde el Banco Central apuestan a ordenar la profusión de circulante y papel con la “inclusión financiera” y la expansión de los medios de pago digitales, facilitada, por caso, por la emisión de millones de tarjetas de débito en 2020, debido a la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que alcanzó a casi 9 millones de personas, gran parte antes no bancarizada.

El billete de mayor denominación vale unos USD 6,70, cifra que -dice Gadano- en el mundo equivale a una denominación entre media y baja
Ese desarrollo, sin embargo, llevará varios años, no tanto por cuestiones tecnológicas como por hábitos de la población. Muchos beneficiarios del IFE (y también muchos jubilados) apenas ven dinero acreditado en sus cuentas, lo retiran y gastan en efectivo, que además es el medio de pago más aceptado en una economía de alta informalidad. Para comparar el grado de “bancarización” local con los principales vecinos, Ardiles señaló que mientras en la Argentina el sistema bancario alcanza el 13% del PBI en créditos y el 22% del PBI en depósitos, en Chile las proporciones son, respectivamente, 83% y 55%, en Brasil 59% y 66% y en Perú 39% en ambos casos.

Más allá del “físico” 

Claro que amén de sus dimensiones “físicas”, la emisión tiene efecto inflacionario. De hecho, la inflación de los últimos 8 meses es herencia de la furiosa expansión monetaria de 2020, cuando la oferta de dinero medida como M2, precisó el último informe del Estudio Broda, creció entre febrero y mayo a nada menos que el 162% anual.

La suba del IPC del Indec en 2020 fue más baja que en 2019, explica el informe, porque ante el aluvión de pesos la sociedad se “quedó” con una parte (aumento de la “demanda de dinero”), lo que hizo que la inflación en ese período fuera de “solo” 32,8% anual, también presionada hacia abajo por la recesión y la intensificación de los controles de precios.

La inflación de los últimos 8 meses es herencia de la furiosa expansión monetaria de 2020, cuando la oferta de dinero medida como M2, creció entre febrero y mayo a nada menos que el 162% anual (Broda)
La emisión se desaceleró en la segunda mitad del año pasado, pero la inflación empezó a subir y lo siguió haciendo hasta ahora, para corregir, con rezago, el desequilibro monetario. Así fue que en el primer trimestre del año, aunque la emisión creció a un ritmo anualizado de “apenas” 31,3%, la inflación corrió al doble de velocidad, 62,6% anual.

¿Cómo seguirá la historia? Según el informe de Broda, la segunda ola de covid-19 hará que el déficit fiscal, el financiamiento del BCRA al Tesoro y la tasa de expansión monetaria aumenten más de lo previsto, pero con congelamiento y control de precios y “anclaje” de dólar, tarifas y salarios, el gobierno podría reducirla a 3% mensual en la segunda mitad del año. En todo caso, concluye, sería una baja transitoria y se irá acumulando una inflación “correctiva” para más adelante.

Habrá que ver para entonces cuántas vueltas al mundo darán los 17 diferentes billetes argentinos en circulación. Fuentes: visionpolitica.info y infobae.com