Crónica de una noche de rosca política en las afueras de La Plata
La sórdida pelea entre los Julio César de las diagonales, transita efervescente, a paso apurado y escondida bajo tierra, por los fundacionales túneles secretos de La Plata, en el inicio caluroso de un año electoral que promete mucho más que una disputa por 12 bancas chicas y 6 grandes.
Sin embargo, algunas jugadas de ese ajedrez político de alto vuelo, se filtran entre las hendijas que iluminan mínima y tristemente las míticas catacumbas que corren bajo la estratégica avenida 51 y conectan los principales edificios gubernamentales de la capital bonaerense.
Mientras uno saca la cabeza para mostrar tímidamente sus ambiciones futuras por medio de inocentes videitos para las redes sociales, el otro le judicializa hasta los buenos días. Mientras uno descuida a su militante barrial histórico, el otro lo visita para comer asado y melonearlo.
La cálida noche del lunes 20 de enero 2025, una casaquinta de la lejana Arana, propiedad de un veterano y prestigioso dirigente que ostenta el título nobiliario de “soltero reciente”, fue escenario de una cena política mezclada con larga amistad.
En caso de repetirse la juntada, como se prometieron mutuamente los comensales, podría generar un fuerte impacto temprano en lo más alto del escenario político platense. Esa noche, el repaso con olor a rosca pura se extendió entre las 22 PM y las 3 AM.
Demasiado tiempo y muchos temas importantes pasaron por la mesa bien servida y abundante, a cargo del anfitrión, y muy bien regada por el visitante ilustre, cuyo cuerpo flaco y largo exhibía las marrones consecuencias de recientes y largas exposiciones al coqueto sol de la bella Cariló.
Las noches de rosca y asados en Arana, prometen transformarse en un verdadero clásico de la política platense, en este nobel y electoral 2025. Por allí desfilaron antes (y amenazan con hacerlo también este año), todo tipo de referentes políticos, sindicales y barriales, de variados color y pelaje.
En la Cabeza de la mesa, el delgado anfitrión; a su derecha, la imperial y amarilla presencia del invitado estelar. A la izquierda de su líder, una tortuga y una iguana que juntan infinitas voluntades periféricas.
Tal vez no parezca demasiado ante los ingenuos ojos de varios rosqueros de café, que descansan echados plácidamente en sillones cómodos y estratégicos del palacio embrujado, mientras disfrutan del paisaje urbano de la plaza central y la catedral del imperio.
Pero para los contadores de votos, que tienen el insignificante y maldito número 606 entre ceja y ceja, estos primeros leves cimbronazos del “efecto Arana” huelen a tsunami que se está gestando. El emperador entró en zona de riesgo, mientras el lacayismo cajero solo piensa en verdes y no en urnas.