El arbitraje en el fútbol argentino siempre ha sido terreno fértil para las polémicas, pero Saúl Laverni, ex árbitro, llevó el debate a otro nivel. En una entrevista reciente, admitió sin rodeos que es posible influir en el resultado de un partido utilizando los márgenes del reglamento. "¿Si puedo favorecer a un equipo dentro del reglamento? Sí, puedo. Si voy a favorecer, te manipulo el partido", afirmó.

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La declaración resulta como una bofetada a los valores de imparcialidad que deben regir el fútbol. Laverni detalló que no hace falta recurrir a penales dudosos para inclinar la balanza: basta con pequeños ajustes, como conceder córners o tiros libres al rival en momentos clave, para desestabilizar a un equipo. “El equipo perjudicado se vuelve loco y gasta energía en protestas”, confesó, dejando entrever una estrategia premeditada que va más allá de lo deportivo.

Esta postura no sorprende a quienes recuerdan su paso por el arbitraje. En el clásico platense de 2013, Laverni fue señalado por una mano polémica de Lucas Oreja, que derivó en un gol de Estudiantes. "Fue mano de Oreja", insistió años después, justificándose con las reglas de la época. Sin embargo, la hinchada de Gimnasia nunca olvidó el episodio, alimentando un resentimiento que sigue vivo cada vez que el nombre de Laverni sale a la luz.

Las palabras del ex árbitro no solo reavivan viejas heridas, sino que refuerzan la percepción de que el arbitraje argentino está lejos de ser una práctica transparente. La pregunta que queda flotando es inquietante: ¿cuántos partidos habrán sido manipulados bajo este "arte" que Laverni tan descaradamente admite?