El envejecimiento no tiene por qué ser sinónimo de deterioro físico y mental, especialmente para los hombres. A menudo, se asume que al llegar a los 60, el destino es un declive irreversible.

Sin embargo, Ana Casas, especialista en longevidad masculina, sostiene que pequeños ajustes en el estilo de vida pueden marcar la diferencia.

Uno de los pilares fundamentales para una vida más larga y saludable es un horario de sueño constante. La ciencia respalda este cambio, ya que dormir de manera regular y suficiente puede añadir hasta 4,7 años más de vida.

Casos como el de Dave, un ejecutivo de 55 años que mejoró su salud con un patrón de sueño más organizado, demuestran el impacto positivo de este hábito.

Otro consejo valioso de Casas es el entrenamiento a intervalos de alta intensidad (HIIT), que, contrario a la creencia popular, no requiere largas horas en el gimnasio.

Con solo 12 minutos a la semana, este tipo de ejercicio mejora la salud cardiovascular y hormonal, como evidencian historias de personas como Alex, que logró incorporar el HIIT en su rutina con grandes beneficios.

Finalmente, el ayuno intermitente, una práctica sencilla de restricción alimentaria, también es recomendado. No es necesario modificar radicalmente la dieta; basta con organizar las horas de alimentación.

Este hábito ha mostrado mejoras en la salud celular y en la prevención de enfermedades crónicas, como demostró Mike, un paciente que experimentó avances en su bienestar general con este enfoque.

Estos tres hábitos no solo son fáciles de adoptar, sino que tienen el potencial de mejorar la calidad de vida de los hombres y cerrar la brecha de longevidad con las mujeres.

Como afirma Casas, la clave está en la consistencia y en comprender que los cambios más pequeños pueden tener el mayor impacto.