Tal vez la pirámide se convirtió un pozo sin fondo. A comienzos de abril, menos de un mes atrás, Vayo Coin, el negocio de criptomonedas promocionado por famosos en redes sociales, acusado de ser un masivo esquema Ponzi tal como Generación Zoe, debía más de 30 millones en cheques rechazados por falta de fondos de acuerdo a datos del Banco Central. Ahora, la cifra casi se cuadriplica. El conglomerado de firmas conformadas para el esquema, que incluye a su empresa madre, Vayo Business SA así como las subsidiarias Futbol Coin y Polo Coin, hoy jueves 5 de mayo tiene a su cargo más de 117 millones de pesos en 141 cheques rotos. La suma llega a 120 millones si se incluyen los rechazados por defectos formales.
La jugada es clásica, si es que los responsables de Vayo son culpables: los estafadores que regentean estructuras Ponzi comienzan a cortar cheques cuando ya se gastaron todo lo que robaron, es una forma de calmar acreedores, al menos por un tiempo, hasta que el pago rebota. Los responsables de Vayo habían hecho a lo grande. Rentaron dos oficinas en el edificio Madero Center de Puerto Madero, una de ellas en el séptimo piso, a pocos metros y en el mismo piso donde se ubicaba La Rosadita, la cueva financiera frecuentada por el clan de Lázaro Báez.
En noviembre pasado, lanzaron en un evento con celebridades pagas en el hotel Hilton que costó cerca de 40 mil dólares. Era su plan más ambicioso: la plataforma Universal Exchange, literalmente un exchange de criptomonedas como es Binance, pero argentino, de acá, de ellos, que contenía la criptomoneda del grupo, Vayo Coin, y que prometía también vender Bitcoin y Ethereum, entre otras cripto de renombre. Al final, Universal Exchange nunca fue lanzado. Ni siquiera tuvo un número de CUIT para operar.
Y después están los influencers.
La lista de nombres es la fama misma de la Argentina: Natalia Oreiro, Yao Cabrera, Wanda y Zaira Nara, L-Gante, Pampita Ardohain, Jimena Barón. Fueron decenas. En sus stories para Instagram, promocionaban sorteos de autos cero kilómetro o teléfonos iPhone. Algunos, como Zaira Nara, incluso aseguraron que confiaron a Vayo sus “ahorros personales”. El contrato entre Vayo Business y Zaira habla de ocho stories por mes durante dos meses, a 1,3 millones de pesos por mes. El de Wanda fue por mucho más: fue contratada por un año para ocho stories también por mes a un valor de 15 mil dólares mensuales, con un contrato renegociable cada seis meses.
Hoy, Vayo enfrenta la lenta trituradora del sistema penal. Dos denuncias por estafa y llegaron a la Cámara Criminal y Correccional semanas atrás, una de ellas arribó al Juzgado N°45. Entre los denunciados está el ex bancario chubutense Walter Cárcamo, que integró las sociedades de Fútbol Coin y Polo Coin, así como la especialista cripto Ena Andrada, quien fue convocada para el proyecto Universal Exchange y fue empleada en blanco de Vayo Business. Los otros dos nombres acusados, de acuerdo a datos de la Cámara Criminal y Correccional, son los protagonistas de esta historia.
El primero es Leandro Usín, un ex empleado de la construcción de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut. Usín, de 32 años, tiene una historia particular. Fue procesado y detenido en Capital Federal a comienzos de la década pasada por estafa e incendio mientras trabajaba en una concesionaria de la calle Córdoba. Luego, se fugó de vuelta al Sur donde fue declarado rebelde. Terminó condenado dos veces por timar gente con cheques rotos en Santa Cruz y en localidades como Trevelín y Gaiman. En Chubut, Usín -que acumuló más de 20 denuncias en su carrera delictiva de acuerdo a datos de la Justicia porteña y de Chubut- pactó una pena de un año y ocho meses de cárcel que cumplió con prisión domiciliaria y una tobillera.
Usín es una sombra. Su madre fue quien puso el nombre para fundar Vayo Business en diciembre de 2020, pero él no figura en las sociedades de la trama. Diversos testimonios a los que accedió Infobae, como el de Ena Andrada, lo ubican en la oficina de Madero Center, en un rol central, dando órdenes, vestido de rapero y con el hábito de gritarle a la gente.
Quien sí figura en el rastro de papeles es Pablo Daniel Flores, porteño, empresario según su registro en la AFIP, miembro de varias sociedades a lo largo de los años. Artículos periodísticos lo señalan como abogado, aunque no figura en los registros del Colegio porteño o el bonaerense. Según él mismo se dedica a crear sociedades de manera express. Flores se encuentra vinculado a varios cheques sin fondo de Vayo Business en los registros del BCRA y fue quien suplió la dirección en la calle Corrientes, zona de Once, donde Vayo constituyó domicilio porteño de acuerdo al Boletín Oficial. En el lanzamiento de la plataforma cripto Universal Exchange, Ena Andrada mencionó a una posible moneda virtual llamada Lion Wood: ese nombre es el de una empresa ligada al empresario Flores.
Hoy, Flores y Usín están enfrentados, en secreto y en público. Se echan la culpa mutuamente. Uno dice que el otro es el responsable de lo que podría ser una de las mayores estafas de la historia reciente. La cuestión es quién engañó a quién.
Fuentes cercanas al chubutense aseguran que fue el literal pato de la boda, elegido por sus antecedentes penales para ser la cara interna de una defraudación masiva, el tonto ungido para el gran plan. Los allegados de Usín afirman que habría sido Flores quien contactó al estafador condenado “a través de un amigo” mientras estaba bajo prisión domiciliaria en Comodoro Rivadavia. Ese amigo emisario le iba a “dar una mano” a Flores para “salir adelante”. “Flores necesita gente, se armaron varias sociedades, iba a dar una plata mensual por un trabajo”, continúa la fuente. El número que menciona suena ridículo: 50 mil pesos por mes.
Usín, que era visto con frecuencia en las oficinas de Vayo dando órdenes detrás de un escritorio, llegó a vivir en una lujosa torre de Puerto Madero. Luego, huyó de vuelta a la Patagonia. La explicación que viene de su frente de la historia suena sensata. O sea, ¿cómo es que un timador del sur profundo llegó a Puerto Madero para lanzar una criptomoneda con un esquema de captación masivo que incluyó a varias de las caras más famosas del país?
Hay también una herramienta. Vayo Business, la firma madre, fue conformada en diciembre de 2020 por Ana Lavitola, la madre de Usín, una mujer de 59 años, junto a un joven empleado de una petrolera. La dirección de Vayo, desde el comienzo de su historia, fue la provista por Flores en la calle Corrientes. En abril de 2021, Lavitola firmó un poder pleno de administración para Vayo Business ante una escribana chubutense. Los beneficiarios de ese poder fueron Flores y una joven empleada en una firma de un socio del empresario.
Infobae contactó también a Pablo Daniel Flores. El empresario dice todo lo contrario: asegura que la presunta víctima en toda esta historia es él.
“Son todas manipulaciones de Leandro Usín para zafar de su responsabilidad. Tengo pruebas de que él nos contactó para constituirle la empresa en junio del 2020. El poder me lo emitió porque él estaba en Chubut para poder constituirle la sociedad, que es a lo que me dedico”, asegura Flores. “El trámite fue rechazado en IGJ y yo solo actué como gestor con poder otorgado por Lavitola para poder concluir el trámite de constitución societaria”, continuó.
Sobre los alquileres en Puerto Madero, “Usín me pidió que le salga de garante porque él no podía. Se excusó de que no admitían sus propiedades de Santa Cruz”. Flores dice haber accedido, lo que le causó una supuesta deuda en su contra de 14 mil dólares, “sino me ejecutaban el inmueble”.
Al momento de su entrevista, Flores aseguró que no había sido todavía notificado de ninguna causa en su contra en la Justicia. El nombre de Vayo Business tampoco aparecía en demandas en los fueros civil y comercial. El empresario lanzó varias cartas documento en las últimas semanas. Pidió renunciar al poder que firmó, también pidió a un banco que rectifiquen los cheques sin fondo a su nombre. Envió a este medio copias de minutas de su empresa que muestran la conformación de Vayo, supuestos correos entre él y Usín.
Pero tal vez, no haya mayor pato en esta boda que Ana Lavitola misma, madre de Usín y socia mayoritaria de Vayo Business, una empresa que proyectaba éxito individualista para la era cripto con el aval pago de algunas de las mayores celebridades de la Argentina. Hoy, de los casi 120 millones en cheques sin fondos del esquema, más de 72 están a nombre de Ana.
Tal vez sea solo cuestión de tocarle el timbre.
La dirección que fijó en el barrio José Fuchs. Allí, una mujer dice tenerla presente. Afirma que Usín vivía allí, que iba la Policía con frecuencia a chequear su tobillera electrónica, pero que Ana ya no se deja ver por el lugar, que lo dejó tiempo atrás. Sin embargo, llegan cartas documento a nombre de Lavitola, así como compras realizadas de manera online.
El domicilio ni siquiera es de Ana: es un inquilinato. Fuente: infobae.com