Un 20 de febrero de 1813, en los campos de Castañares, al norte de la ciudad de Salta, se libró una batalla que marcaría un antes y un después en la lucha por la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El Ejército del Norte, bajo el comando del general Manuel Belgrano, se enfrentó a las tropas realistas del brigadier Juan Pío Tristán, en una gesta heroica que sellaría la victoria patriota y aseguraría la libertad del Alto Perú.
La jornada comenzó temprano. Los soldados del Ejército del Norte, con un total de 3500 hombres, se prepararon para el combate. Belgrano, estratega nato, había elegido el terreno con astucia, aprovechando las características del lugar para sorprender a los realistas. El ejército español, con 4000 hombres, se encontraba confiado, subestimando la capacidad de las fuerzas patriotas.
La batalla comenzó a las 9 de la mañana. La infantería patriota, comandada por el general Eustaquio Díaz Vélez, se lanzó en una feroz carga contra las líneas realistas. La caballería, liderada por el coronel Martín Miguel de Güemes, realizó una brillante maniobra envolvente, cercando al enemigo por los flancos. La artillería, bajo el mando del coronel José Moldes, completó el ataque con disparos certeros que diezmaron las filas realistas.
Tras una hora de intenso combate, el ejército realista se vio obligado a rendirse. La victoria patriota fue contundente: 500 muertos y 1500 prisioneros realistas, contra solo 300 bajas del lado argentino. Esta victoria consolidó el control de las Provincias Unidas sobre el Alto Perú y frustró el avance español hacia Buenos Aires. Belgrano, aclamado como héroe, recibió el título de "General de la Patria".
La batalla de Salta no solo fue un triunfo militar, sino también un símbolo de la determinación de los argentinos por conquistar su independencia. El valor y la astucia del general Belgrano, la bravura de los soldados del Ejército del Norte y la colaboración del pueblo salteño fueron claves para el éxito de esta gesta heroica.
El general Belgrano, antes de la batalla, hizo jurar a sus soldados fidelidad a la bandera Argentina, que por primera vez flameaba en un campo de batalla. Este hecho histórico marcó un hito en la construcción de la identidad nacional.