Frida, la voz de ABBA marcada por la tragedia de la historia
La historia de Anni-Frid Lyngstad, "Frida", no es solo la de una estrella mundial del pop, sino también la de una vida atravesada por los ecos de una de las etapas más oscuras de la humanidad. La morocha de ABBA, cuya voz dio vida a éxitos como Dancing Queen y The Winner Takes It All, nació de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, producto del controvertido programa Lebensborn del régimen nazi.
Frida llegó al mundo en 1945, en una Noruega que rechazaba a las mujeres que tenían relaciones con soldados nazis. Su madre Synni, tras ser estigmatizada como "traidora", emigró a Suecia buscando un nuevo comienzo, pero murió poco después. La abuela de Frida se encargó de criarla en medio de carencias y discriminación, lo que marcó a la futura cantante con una profunda sensación de soledad.
Desde joven, Frida encontró en la música una válvula de escape. Su talento natural la llevó de cantar estándares de jazz en pequeños escenarios para formar parte del legendario cuarteto sueco ABBA. Con ellos conquistó el mundo, aunque no sin sacrificios personales: la exposición mediática y la disolución de las dos parejas del grupo terminaron erosionando la química que los llevó a la cima.
En 1977, una fan alemana le reveló a Frida que su padre, al que creía muerto, estaba vivo. El hombre, un coronel alemán que participó en el Lebensborn, no logró construir una relación cercana con ella. Esta revelación también la llevó a enfrentar el origen de su existencia, como una de las millas de niñas nacidas bajo un programa destinado a expandir la raza aria.
Hoy, a sus 79 años, Frida vive alejada de los reflectores en Suiza, habiendo superado tragedias personales como la segunda pérdida de su hija y su esposo. Su historia, aunque marcada por el dolor, es un ejemplo de resiliencia. Su música permanece como un legado que trasciende los horrores de la historia, recordándonos que incluso en los contextos más oscuros pueden nacer destellos de luz.